Usar la palabra para sanar

Palabra y salud

La palabra bien usada es una potente medicina

Sabemos que la palabra es un atributo específicamente humano (el lenguaje no), que además posee unas características muy especiales, ya que el ser humano es la única criatura que utiliza un lenguaje que al mismo tiempo es digital y analógico.

Hay algunas cosas curiosas en esto del lenguaje. Muchas personas piensan que cuando ellos hablan todos los demás deberían entender con precisión aquello que dicho sujeto pretende transmitir, pero la realidad de la vida cotidiana nos muestra que las cosas no siempre son así, sino que, con frecuencia, alguien dice algo y cada uno de los oyentes entiende cosas diferentes.

Esto último forma parte de la magia y, al mismo tiempo, del peligro de la comunicación humana, debido a que no siempre se comunica lo que se quiere.

Lo que se dice y lo que se quiere decir unas veces coinciden y otras veces no.

Si a esto le sumamos que “hay cosas que queremos comunicar y otras que comunicamos sin querer”, podremos hacernos una idea de lo complejo que resulta la correcta comunicación entre las personas.

Normalmente existe más de una única forma de entender la realidad. Algunas comprensiones nos limitan y otras nos potencian.

Tristemente, en el ámbito de la salud hemos olvidados el poder y la magia de las palabras y  no hemos sido adiestrados para su uso sanador.

Las palabras tienen un poder que nos puede ayudar a sanar, pero, también, cuando son mal utilizadas produce un daño mayor del que imaginamos.

Palabra no adecuada

Cuando la palabra no se usa de forma adecuada, puede generar efectos negativos

Como dije antes, a los médicos no nos preparan para ello.

Cuando yo estudié, apenas algunas nociones de cómo realizar una entrevista y poco más, pero nada sobre la estructura y el uso del ”lenguaje sanador”.

Hoy día sabemos que hay palabras que nos ayudan a sanar, ya que nos permiten acceder a aquellas formas de entender la realidad que son potenciadoras para  nosotros.

El lenguaje humano parece tener un alto potencial curativo. Y esto es así porque gracias a él podemos acceder a experimentar “el arte de la transformación y del cambio”.

Así, unas palabras apropiadas pueden transmutar la tristeza en alegría y la desesperación en esperanza.

Otro aspecto curioso de la palabra humana es que, al mismo tiempo posee un efecto sobre el aspecto consciente de la psique y también otro efecto sobre la parte no consciente de la misma, actuando tanto en la superficie como en la profundidad de la consciencia.

Todos las particularidades anteriores contribuyen a que la palabra pueda ser utilizada como herramienta fundamental en todos los procesos relacionados con la curación y con el crecimiento y el desarrollo humano.

Como quiera que el pensamiento se estructura como un lenguaje, y a través de la palabra  expresamos el contenido de nuestro mundo interior, cada vez que hablamos desvelamos sobre nosotros mismos mucho más de lo que imaginamos.

La palabra usada de forma potenciadora sirve para conseguir diversos objetivos, para plantearnos cuestiones, para resolver enigmas, para encontrar nuevos caminos, etc.

Como decía Sartre “La palabra es sacra para quien la pronuncia y mágica para quien la escucha”.  Sería importante reflexionar sobre esa frase y su significado en el marco de la terapia.

Ya referí anteriormente que la palabra, según como se use, tiene la capacidad de enfermar o de sanar. Por tanto, cuando tratamos de establecer una relación de ayuda, sería especialmente útil que un instrumento tan importante y potente como es el lenguaje humano pudiera usarse apropiadamente para ayudar a la curación.

Palabras y pensamiento

A través de las palabras mostramos parte de nuestro pensamiento

Sin embargo, incluso por parte de muchos profesionales, no siempre se tiene en cuenta la importancia que la palabra adquiere en un ámbito tan delicado como el de la salud.

Hay pacientes que cuentan el impacto negativo que han sufrido en alguna ocasión al recibir ciertas noticias referentes a su salud, cuando estas han sido transmitidas de un modo poco adecuado.

Incluso, a veces, he sido testigo de ciertos desafortunados comentarios, posiblemente dichos sin mala intención, pero con un profundo desconocimiento respecto a la importancia y las repercusiones de los mismos.

Una dificultad del modelo convencional de la medicina consiste en que se suele atribuir la capacidad curativa, exclusivamente, al tipo de terapia que se aplica en cada caso, bien sea ésta medicamentosa, quirúrgica o de otra clase, por lo que la comunicación médico-enfermo mediante la palabra, salvo honrosas excepciones, no suele ser tomada en demasiada consideración.

Esto ha hecho que, tradicionalmente, la medicina haya delegado el uso terapéutico de la palabra en los psicólogos, psicoterapeutas y psiquiatras, reduciendo su actuación terapéutica a los procedimientos convencionales médicos o quirúrgicos antes mencionados.

A pesar de lo anterior, desde mi punto de vista, la importancia curativa que puede tener el uso correcto de la palabra, me parece de tal relevancia, que mantengo el convencimiento de que sería importante que hubiese algún tipo de asignatura o enseñanza específica en la que se trabajase el arte de comunicarse terapéuticamente, destinada fundamentalmente a todos aquellos futuros profesionales que pudieran tener bajo su responsabilidad el trato directo con enfermos.

De momento parece que las cosas no van por ahí, pero no pierdo la esperanza en que llegue algún día que esto sea una realidad que genere importantes beneficios para el paciente y para el propio médico.

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