Decía Milton Ericson que la diferencia entre un montón de tablas y una auténtica casa es la forma en la que estos tablones se disponen en el espacio.
Y eso me hace recordar que, en lo referente al proceso de desarrollo humano, cuando seguimos un método apropiado somos capaces de alcanzar la serenidad y la paz que tanto anhelamos.
No se trata, pues, de cuanta cantidad de información somos capaces de obtener en un tiempo determinado, sino de qué modo somos capaces de gestionarla apropiadamente y de qué modo podemos conectarla con nuestra propia experiencia.
Así pues, toda información es eficaz si la podemos asimilar de forma práctica, eficaz y eficiente, para que se traduzca en nuestra vida en un mayor bienestar y felicidad.
Siguiendo el ejemplo inicial, no podemos poner las tablas de cualquier manera, sino que si queremos construir una casa hay unas formas correctas de hacerlo y otras que no lo son. Hay que resaltar que cada uno dispondrá de la libertad de elegir el tamaño y la distribución de su propia casa, pero, obviamente, hay modos de construir que son apropiados y otros que conducirán al fracaso.
Para desarrollar la habilidad necesaria para realizar la correcta gestión de todos los aprendizajes que vayamos adquiriendo, indudablemente, hace falta un método.
Así que además de tener las tablas, los clavos, los martillos, etc. Y la habilidad para usarlos, necesitaremos un mapa que nos permita realizar la construcción deseada de la mejor manera posible.
La Sofrodynamia® trata de aportar un modelo de trabajo que nos ayude a aprender cómo desarrollar dichas habilidades. No sólo aporta conocimientos sino también metodología y estrategias.
Basándonos en el ejemplo anterior, podemos entender que en Sofrodynamia® nos interesa tanto enseñar esos mapas como las técnicas de uso de las herramientas que nos permitirán construir aquello que deseamos.
Enseñar técnicas solamente sería como enseñarle a alguien a preparar una receta de cocina, mientras que lo que realmente propongo, ya que considero que es lo que tiene verdadera relevancia, es «enseñar a los alumnos a cocinar», para que cada cual sea capaz de realizar sus propias recetas.
Para ello es necesario realizar propuestas que conjuguen al mismo tiempo la posibilidad de explicar los conocimientos teóricos básicos para fundamentar el proceso de desarrollo humano, es decir, qué, cómo y por qué se hace lo que se hace al tiempo que también necesitaremos aprender a realizar ejercicios que perfeccionen habilidades y destrezas imprescindibles para manejarse por el Espacio Interior. Además, es necesario enseñar al alumno a transformar un modelo limitante de acceso a la realidad y cambiarlo por otro más potenciador.
Por tanto, la propuesta que se hace al alumno es que se convierta en un explorador de su Mundo Interior, y que someta a la constatación de su experiencia y su discernimiento cualificado, todo aquello que se le vaya proponiendo. Buda enseñaba a sus alumnos diciéndoles, «no creáis esto porque sea yo quien lo dice o porque tenga autoridad, escrutad mis enseñanzas como el orfebre escruta el oro. Sólo después de verificarlas y comprobarlas, entonces hacedlas vuestras».
Dicho de otro modo, un método puede ser comparado a una especie de puente que nos permite cruzar a la otra orilla salvando las dificultades. Cruzamos desde la orilla de nuestro momento actual hasta aquella otra en la que se encuentran las metas deseadas.
No es suficiente con aprender técnicas sueltas, si no que necesitamos de un método que aporte el criterio de aplicación y el modelo de trabajo apropiado para conseguir ser exitosos.