La felicidad es una experiencia humana a la que aspiramos todos los seres. Muchos esperan que les llegue como cada del cielo. Otros consideran que es cuestión de suerte. Sin embargo, un pequeño grupo entiende que alcanzar o no las metas que te propones depende de ti mismo y del compromiso y el esfuerzo que pongas en ello. Así que un nuevo reto aparece ante nosotros, si es que queremos vivir más felices. ¿Asumirás el compromiso que conlleva conseguir una vida más feliz?
En caso afirmativo equivale a transformarte en una especie de «constructor de felicidad».
La cosa parece bastante obvia, ya que si estamos convencidos de que vivir felizmente es uno de los objetivos que más deseamos, deberíamos plantearnos el modo de conseguirlo, en lugar de esperar pasivamente a que aparezca. Como dice el gran científico chileno Umberto Maturana: «La vida es un proceso de conocimiento», y el conocimiento más deseado y deseable es aquel que proporciona una felicidad duradera y que permite que nuestra vida sea más significativa y fructífera, tanto para nosotros como para los demás. Llegar a lograr esto es, sin lugar a dudas, una de las mejores metas que podríamos proponernos. Entonces, ¿como desarrollar el conocimiento necesario para alcanzar la felicidad?
De forma resumida podríamos decir que, para ser felices, podemos seguir dos estrategias diferentes que no son excluyentes entre sí, sino complementarias:
1) Disminuir las experiencias de infelicidad
2) Incrementar aquellas que la generan.
Para ser un buen constructor de felicidad hemos de tener en cuenta que la felicidad es un estado de la mente. Por tanto, al igual que todos los estados mentales, puede ser incrementado o modificado. Desde las más antiguas tradiciones espirituales, y hoy la ciencia moderna lo avala, sabemos que nuestra mente crea la realidad que experimentamos. Decía el sabio Epícteto que los seres humanos no vivimos directamente en el mundo sino en la construcción que cada uno de nosotros hacemos de él. A dicha construcción la llamamos realidad, y constituye nuestra experiencia personal de las cosas. Confundir la realidad con nuestras construcciones mentales es una de las principales causas de sufrimiento.
Es nuestra mente, y no en el exterior, donde se generan las semillas de la felicidad o del sufrimiento. Así que para transformarse en un verdadero constructor de felicidad, lo más apropiado es dirigir nuestro esfuerzo hacia un adiestramiento mental, para crear una «realidad» en la que podamos alcanzar el bienestar al que aspiramos.
Este adiestramiento mental requiere de un importante trabajo personal que ha de incluir los siguientes apartados:
1.- La pacificación de los pensamientos perturbadores. En esta tarea, la respiración consciente será una de las herramientas más apropiadas.
2.- Por otro lado, es necesario transformar nuestras creencias limitantes en creencias potenciadoras. Y eso significa trabajar sobre nuestros Modelos Mentales.
3.- También es muy importante disminuir el apego y la aversión para incrementar la acogida ecuánime de aquello que aparece en nuestra vida. La práctica meditativa sede ayudarnos a ello.
4.- Finalmente, entender que la propia felicidad no es ajena a la felicidad de los demás, por tanto, el desarrollo del amor y la compasión por todos los seres será un ingrediente imprescindible en todo este proceso.
Todo lo anterior ha sido enseñado en diferentes tradiciones espirituales a lo largo de miles de años pero, según parece, todavía no hemos sabido entenderlo de manera apropiada, y seguimos con la errónea creencia de que la felicidad depende de como nos traten los demás o de la suerte que tengamos en la vida. Ambas cosas son importantes, pero el auténtico poder para ser felices o desgraciados no reside en el exterior, sino en el correcto manejo de nuestra propia mente.
Sí, la realidad para cada uno es lo que cada uno cree que es la realidad
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