Emociones y desarrollo humano

Cuando decidimos emprender un camino de crecimiento y desarrollo humano sabemos que hemos de aprender, entrenar y cambiar muchas cosas con el objetivo de mejorar nuestro estado actual. El mundo de las emociones es, sin duda alguna, uno de los aspectos de este proceso de cambio que suele resultar más atractivo para la mayoría de las personas.

Tal vez una de las razones que justifiquen lo anterior sea que cuando nos referimos a las emociones, es posible que estemos abordando uno de los conceptos actuales más comúnmente utilizados no sólo en el ámbito de la psicología académica sino también en la vida diaria, incluso en muchos de nuestros diálogos cotidianos.

Como todo, eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por un lado, hoy día, en cualquier sitio y lugar, conversar  acerca de las emociones resulta algo asequible para la mayoría de los interlocutores, de tal manera que nadie suele quedarse fuera de una conversación al respecto, más bien ocurrirá todo lo contrario, ya que posiblemente serán muchos los que opinen. Pero, por otro lado, quizás el hecho de que este término posea tan amplia difusión en nuestro medio cultural, origina también el inconveniente de que cada sujeto, desde su propia comprensión personal acerca del asunto, interpretará qué es una emoción y de qué forma nos afecta, cuando por lo general no se suele tener ni el conocimiento psicológico suficiente, ni tampoco la necesaria nitidez respecto a nuestras propias emociones.

Bajo la misma palabra, emoción, se esconden demasiados conceptos, juicios y significados, tan diferentes, a veces, como contradictorios. Por tanto, antes de dialogar sobre las emociones, sería importante tratar ciertas cuestiones previamente, como son clarificar los conceptos a los que nos referimos y descubrir las creencias que mantenemos al respecto dentro de nuestro propio modelo.

En este contexto conviene, pues, establecer algunas nociones claras y precisas que nos ayudarán a profundizar de manera apropiada en ésta importante dimensión del ser humano. Comencemos planteando ¿qué es una emoción?

Desde el aséptico punto de vista de la psicología de la conducta y de la neurofisiología, una emoción no es más que «un patrón de respuesta fisiológica y de conducta típicas de la especie».

Sin embargo la mayoría de las personas, cuando hablan de sus emociones, en realidad, se están refiriendo a “una serie de sentimientos agradables o desagradables producidos por los eventos que vivimos cada día”.

También podemos referirnos a las emociones como “aquella fuerza que nos moviliza hacia algo o bien que nos aparta de algo”. Hay quien ha expresado  esto mismo diciendo que «la emoción moviliza mientras que la razón guía», como tratando de diferenciar con una marcada tendencia dualista, las polaridades del mundo emocional, generar una respuesta, y del mundo mental,  producir pensamientos y razonamientos. Dicho planteamiento es, cuando menos, discutible.

Con mucha frecuencia en nuestro medio cultural, razón y emoción, se han  postulado como elementos psíquicos enfrentados. La razón parece ir por unos derroteros y la emoción por otros. Dicho planteamiento hace que perdamos de vista la noción de complementariedad entre ambos, ya que si bien es cierto que tanto la razón como la emoción parecen ser dos funciones diferentes, no es menos cierto que cada pensamiento se conecta a una emoción y cada emoción con un pensamiento. Es más, muchas veces confundimos la emoción que estamos sintiendo con aquello otro que pensamos en esos momentos acerca de nuestro propio sentir.

Sabemos que toda emoción, en mayor o menor medida, impacta en el cuerpo y dicho impacto somático produce una cierta conmoción psíquica a la que llamamos sentimiento. Son pues dos nociones distintas, la emoción y el sentimiento, aspectos bien conocidos en el ámbito de la psicología, sobre todo tras las aportaciones del investigador americano de origen luso, Antonio Damasio. No obstante, a nivel coloquial dicha diferencia no parece estar tan clara.

Sea como fuere, lo que nos ha de quedar claro es que cada vez que sentimos algo inmediatamente le estamos atribuyendo un significado, y  según el modo de asignar dicho significado se derivarán importantes consecuencias para cada sujeto. Ante un mismo acontecimiento emocional podremos elaborar significaciones que nos duelan y nos limiten y también es posible atribuir significados potenciadores y que nos permitan crecer. Parece importante, pues, aprender a gestionar no sólo el sentimiento percibido sino los mecanismos mediante los cuales atribuimos una significación determinada a cada experiencia emocional.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es el fenómeno de la modificación  de la experiencia emocional primaria mediante nuevas superposiciones emocionales. Dicha modificación se produce debido a una especie de bucle, cuerpo-cerebro-cuerpo-cerebro… por el que comenzamos a sentir nuevas emociones sobre lo que ya habíamos sentido previamente. Pareciera que sobre la emoción original, lo que inicialmente siento, se superpusiese una nueva emoción secundaria (terciaria, etc.), lo que siento acerca de lo que sentí al principio.

He de reseñar que todos los procesos por los que  asignamos un significado a nuestros sentimientos se producen a una gran velocidad y, la mayor parte de las veces, de manera no consciente. Lo único que solemos percibir es que algo sucede en nosotros y, seguidamente, es etiquetado como placentero,  displacentero o neutro. Frecuentemente no vamos más allá de esa pobre descripción, lo cual genera bastantes problemas para quienes la realizan, ya que muchas veces somos incapaces de tener la suficiente nitidez emocional para saber qué es lo que sentimos en realidad en cada momento.

En cierto modo se podría decir que seguimos siendo unos grandes desconocidos en lo que se refiere a nuestros procesos internos. Por eso necesitamos estrategias eficaces y herramientas precisas para llevar a cabo una  toma de consciencia que nos ayude a darnos cuenta de qué sucede realmente en nuestro interior.

Desde el punto de vista del entrenamiento sofrodynámico de las emociones,  aprender a crear espacio en nuestro Mundo Interior, ser capaces de reconocer y ser capaces de discriminar, serán tres herramientas imprescindibles para todos aquellos que quieran avanzar por el camino del autoconocimiento en el ámbito emocional.

No olvidemos que si hay algo especialmente claro en lo que se refiere al conocimiento y la gestión de las emociones, es que no debemos negar su existencia, ni tratar de reprimirlas, ni mucho menos temerlas.

Cuando negamos, reprimimos o tememos nuestras propias emociones, nos convertimos en seres escindidos, entramos en conflicto con nosotros mismos, y  debido a las tensiones que surgen en estas situaciones, corremos el peligro de ir perdiendo el contacto emocional con nuestro interior.

Y aunque algunas personas prefieran no sentir ninguna emoción, es necesario saber que dicha pérdida de contacto consigo mismo, no tendrá más que efectos desastrosos en términos de desarrollo y crecimiento del sujeto, con el agravante, además, de que posiblemente esa persona encontrará mucho más sufrimiento en su vida que el que primariamente trataba de evitar negándose a sentir.

Cada día parece más evidente la necesidad de establecer un nuevo enfoque del mundo emocional que enriquezca y complete lo que tradicionalmente conocemos, así como definir nuevos conceptos que nos ayuden a su mejor comprensión y su  más completa exploración.

Uno de estos nuevos conceptos es el de “Autoempatía Emocional”, definida ésta como «una herramienta que nos permite mantenernos en contacto con nosotros mismos y proporciona el conocimiento necesario respecto al estado emocional actual».

La Autoempatía Emocional parece ser una de las claves para el autoconocimiento de sí mismo y la apertura al mundo emocional de los demás, de tal manera que si gestionamos apropiadamente esta nueva habilidad, encontraremos en ella una oportunidad, no sólo para conocernos mejor, sino  también para desarrollar en profundidad otros importantes aspectos tales como nuestra habilidad para relacionarnos con otras personas o la capacidad para la toma de consciencia del momento presente (dónde estamos en estos momentos y hacia dónde nos dirigimos), que como es bien sabido constituye una de las bases principales del crecimiento y desarrollo humano.

Al asumir este nuevo punto de vista observaremos que podremos dar un salto cualitativo importante respecto a la gestión de las emociones. Eso se debe a que, a partir de dicha toma de consciencia, comenzaremos a considerar la esfera emocional no como algo que se expresa meramente en términos fisiológicos o de conductas, como fue definida la emoción al inicio del texto, sino que además descubriremos el enfoque emocional como un proceso total y absolutamente ligado al crecimiento y al desarrollo humano.

Así pues, sanar una emoción no quiere decir solamente curar un síntoma o una perturbación en nuestra estructura psicológica, más bien se trata de aprender a crecer y a desarrollarse globalmente como auténticos seres humanos, con todo lo que ello significa, cuerpo, pensamiento-emoción y espíritu.

Otro aspecto especialmente importante en lo que a la armonización de las emociones se refiere, es el relativo a la forma de enfocar nuestra mirada hacia el pasado, eso que conocemos como “mirar hacia atrás”.

Aunque el tiempo en el que se experimentan las emociones, al igual que nuestro tiempo de existencia real, es siempre el presente, no cabe duda que un gran número de personas son expertas en estar permanentemente conectados con emociones de su pasado y quizás, en menor proporción, con las relacionadas con sus expectativas respecto al futuro.

Es posible y ciertamente conveniente que mediante algunas técnicas y ejercicios concretos, podamos volver a retomar nuestro pasado para sanar. Pero desde el punto de vista de la Sofrodynamia®, además de eso, debiéramos aprender también a conectar con nuestro pasado para agradecer. Hacer esto permite que aparezca en nosotros la energía del agradecimiento, lo cual equivale a conquistar un altísimo logro de sanación emocional y de desarrollo espiritual.

¿Cómo seria nuestra vida si fuésemos capaces de  hacer surgir una cierta «consciencia del agradecimiento» en nuestra sociedad promoviendo una  «cultura de agradecimiento hacia los demás»?

Posiblemente podríamos experimentar uno de los remedios curativos más potentes, importantes y necesarios para el ser humano en el momento presente, el agradecimiento y directamente conectado con él, el perdón.

Sin lugar a dudas, ser capaces de reconocer y agradecer a quienes han trabajado para que disfrutemos de todo aquello que ahora poseemos, y a los que de una u otra forma han colaborado para que lleguemos a ser quienes somos, es una de las más poderosas y revolucionarias “medicinas” que podríamos aportar a la sociedad en unos momentos como los que nos ha tocado vivir.

3 pensamientos en “Emociones y desarrollo humano

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