El saúco es un arbusto o árbol de hoja perenne que puede llegar hasta los 10 metros de altura. Crece en climas templados y se encuentra ampliamente distribuida por todo el planeta, pero con una mayor proliferación en el hemisferio Norte. Crece silvestre, pero también podemos encontrarla cultivada en jardines y huertos.
Ha venido siendo utilizada con fines medicinales desde tiempos antiguos, según parece desde la edad de los metales o incluso antes. El saúco ha tenido una gran relevancia en otros tiempos por su carácter mágico, ya que se creía que las varas de madera de saúco poseían la capacidad de actuar sobre el “mundo invisible”.
Sus principales componentes son aceites esenciales, taninos, flavonoides, ácidos orgánicos, vitamina C, y una serie de glucósidos como la rutina y la sambunigrina.
Con finalidad medicinal suelen utilizarse las flores, sobre todo en forma de infusiones. Sus propiedades má s destacadas son las de ser un buen anticatarral y sudorífico. Es un remedio especialmente eficaz para las afecciones del aparato respiratorio, sobre todo catarros y gripes, reduciendo la tos y mejorando la fiebre. Su acción es especialmente beneficiosa sobre todos los problemas de gargantas.
Posee también una interesante acción antiinflamatoria que le hace ser bastante útil en el tratamiento de las artritis y la gota. Se ha utilizado también para tratar eczemas cutáneos y conjuntivitis.
Como además posee acción depurativa, diurética débil y suave laxante, suele usarse también formando parte de tisanas adelgazantes.
A nivel culinario sus frutos maduros sirven para preparar mermeladas, jarabes y vinos. Dichos frutos no deben comerse verdes ni crudos, pues generan ácido cianhídrico que es tóxico, pero sí es posible consumirlos una vez cocidos.
Aunque carece de efectos secundarios conocidos, por precaución se recomienda no usarla en mujeres embarazadas y niños pequeños.