Decía Sartre que “La palabra es sacra para quien la pronuncia y mágica para quien la escucha”, otorgándole, sin duda, un apreciado valor a la misma que rebasaba la importancia cotidiana que normalmente le concedemos.
¿Alguna vez has sentido que una palabra o una frase inadecuada te doliese o te dañase más de lo esperado? Por el contrario, ¿has experimentado, también, consuelo o alivio a través de las palabras de otra persona? Si es así, no hace falta que que explique (pues ya tienes la experiencia) la importancia que posee para el ser humano todo aquello que decimos. Nuestras palabras pueden dañar o pueden curar.
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