Mantenerse saludables es un objetivo deseable y deseado por la mayor parte de las personas que conozco. Pero he de reconocer que esta información es sesgada, ya que, debido a mi profesión, quienes se acercan a mí lo hacen con la pretensión de tratarse de una enfermedad o de aprender a cuidarse mejor para no enfermar en el futuro. No obstante, pienso que no me equivoco mucho al suponer que el deseo de encontrarse sanos es algo generalizado.
Afortunadamente, cada vez más, disponemos de recursos suficientes y de nuevos conocimientos que nos permite alcanzar este objetivo de forma más fácil que en generaciones anteriores.
Los modernos avances científicos y la posibilidad de acceso a la información ha supuesto un gran avance en este sentido. Pero todo tiene su cara y su cruz. Por un lado, enfocarse exclusivamente en la ciencia moderna nos hace olvidar, a veces, ciertos conocimientos ancestrales que hoy día siguen siendo válidos. Por otro lado, la cantidad ingente de información sin filtrar y sin que tengamos referencias apropiada respecto a la fiabilidad de las fuentes, hace que dispongamos de mucho contenido pero no siempre de buena calidad.
Estaba pensando a propósito de estas cosas cuando las he conectado directamente con una de las prácticas ancestrales de salud que no debieran ser sustituidas ni olvidadas. Me refiero al Qi Gong (pronunciado Chi Kung) enfocado al ámbito de la salud.
Esta milenaria disciplina de origen chino aporta a las personas del siglo XXI una serie de valiosas herramientas para mantener la salud, lo cual ha sido refrendado por las más modernas investigaciones actuales en diferentes campos tales como la psicología, la fisiología o las neurociencias.
Existen muchos tipos diferentes de Qi Gong, pero el que a mí me interesa enseñar a los alumnos es el “Qi Gong para la Salud”. Básicamente consiste en practicar la práctica de la atención pura aplicada al cuerpo, al movimiento y a la respiración. A todo esto hay que sumarle diferentes técnicas mentales de concentración, visualización, etc., sin olvidar el enfoque de la mente en la experiencia del flujo de la energía, que denominamos Qi (Chi).
Tomando como base este planteamiento he enriquecido el Qi Gong convencional con ciertos planteamientos del modelo sofrodynámico y con aportaciones de las prácticas tibetanas de autocuración. De ahí surgen nuevos ejercicios, físicos, respiratorios, energéticos y mentales a los que he denominado desde 2004, Entrenamiento Gyalpo.
Todos estos elementos constituyen mi particular versión del “Qi Gong para la Salud” que suelo enseñar y compartir con grupos, tanto en clases semanales como en talleres monográficos.
La propuesta es la siguiente. Si quieres realizar una práctica sencilla, valiosa y asequible que mejore tu salud y que incremente tu bienestar, dedica un tiempo a conectar con tu cuerpo de forma intencional, enfocando tu atención en tu corporalidad. Lleva la consciencia a la postura, al eje, al equilibrio, al desplazamiento en el espacio. Mantén tu respiración cómoda y en calma, una respiración consciente que te permite observar el flujo de la energía en tu cuerpo. Practica durante un tiempo y después, simplemente, observa los resultados.
Es bastante positivo que dispongamos de medicamentos y de tecnología para mantenernos sanos, pero recuerda que, además de lo anterior, también disponemos de las herramientas necesarias para cultivar la salud y el bienestar: cuerpo, mente, respiración y energía, ¡No las desaproveches!
Muchas gracias Dr. Nougués por sus publicaciones que alientan a ser conscientes de nuestro cuerpo y cómo cuidarlo.
Saludos,
Maritza