Hace ya varias décadas, cuando comencé mi andadura, primero como alumno y posteriormente como profesor, en el campo de la Sofrología, al mismo tiempo que me introducía en el mundo de la meditación de la mano de importantes maestros tibetanos, no imaginé que el gran descubrimiento personal no sería la mente y sus procesos, como cabría haber esperado, sino el vasto universo de la Respiración Consciente y la forma en la que ésta influía en la mente, el cuerpo, la energía y el espíritu.
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