
Vivimos en un mundo especialmente veloz
Vivimos en un mundo de prisas en el que todo parece suceder a una velocidad de vértigo. Muchas veces ni siquiera hemos asimilado un cambio cuando ya estamos inmersos en el siguiente.
Ese ritmo trepidante con el que ocurren las cosas ha generado una tendencia a considerar que el hecho de ser más rápido que los demás para llegar primero, aunque no se sepa muy bien a donde, se haya convertido en un valor deseado.
Es cierto que bien gestionado, la rapidez, puede ser una magnífica herramienta. Pero no olvidemos que en la famosa fábula, la tortuga venció a la liebre, no tanto por velocidad sino por constancia. Pero la constancia, hoy día, parece ser menos popular que la velocidad.
Sin embargo, es evidente que no todo ha de ser rápido y veloz. Hay cosas que llevan su ritmo y existen procesos que requieren su tiempo. Esto es aplicable, sobre todo, en lo que se refiere a la naturaleza y a los ritmos del Mundo Interior.
Considero que la herramienta verdaderamente potente no es, simplemente, incrementar la velocidad o por el contrario, hacer las cosas lentas, sino que lo realmente interesante es aprender a descubrir y respetar el ritmo de las cosas, así como tu propio ritmo.
Todo esto, como dije antes, es mucho más importante cuando lo aplicamos a nuestra manera de recorrer El Camino Interior.
Hay quienes quieren obtener resultados antes de haber comenzado a realizar ningún esfuerzo para conseguirlos. Esto tiene que ver, quizás, con esa especie de prisa que muchas veces llevamos dentro, la mayor parte de las veces sin que nos demos cuenta de ello.
He encontrado personas que, una vez intuido un camino de desarrollo, tratan de hacerlo a la velocidad del rayo y sin darse tiempo para crear las condiciones en su espacio interior necesarias para que las experiencias vividas se integren adecuadamente.
¡Querer llegar antes de salir, por lo general, no suele ser una buena estrategia!

A veces la constancia consigue más que la velocidad
Desarrollarse como seres humanos no es una carrera universitaria con una serie de créditos que pueden ser realizados a mayor velocidad si uno se lo propone, sino que hemos de tener encuesta que existen cosas que llevan su propio tiempo y su propio ritmo.
La filosofía de la no acción propone aprender a respetar los flujos y ritmos naturales, sobre todo los de nuestra propia naturaleza, para poder crecer del modo que deseamos.
Por todo ello, para quienes han decidido seguir un camino de desarrollo humano, uno de los aspectos a investigar será el de descubrir y respetar cuál es su propio ritmo. Porque ingerir más alimento del que es posible digerir sólo nos causará más problemas que beneficios.
Pero ten presente que respetar nuestro ritmo no tiene nada que ver con la pereza, ni con la postergación de lo que debemos llevar a cabo un un momento dado. Es algo que se relaciona más con nuestro propio autoconocimiento y, sobre todo, con la capacidad para gestionar nuestros recursos.
Al igual que en un largo viaje por carretera encontramos momentos para ir veloces, otros para ir despacio y otros para realizar una pausa y reponer fuerzas, del mismo modo podemos entender que sucederá igual en nuestro viaje interior.
Por tanto, como dice el Eclesiastes, uno de los libros sapienciales de la Biblia, no olvidemos que “Todo tiene su tiempo, todo su sazón bajo el sol”.
¡Busca tu ritmo y, sobre todo, respétalo!
Reblogueó esto en LUZ EN AGORA.
Pingback: Cómo respetar tu ritmo - Nictecilla reflexiona