Para un gran número de personas los conflictos emocionales constituyen una de las principales causas de sufrimiento habitual. Nos atascamos con diversas emociones, deseamos sentir una cosa y, sin embargo, sentimos otra. Hay emociones que nos desbordan y que modifican el raciocinio, incluso el comportamiento.
No cabe duda que la esfera emocional es uno de los grandes caballos de batalla de la humanidad. Y si hay algo especialmente claro en lo que se refiere a la buena salud emocional, es que no debemos negarlas, ni reprimirlas, ni mucho menos temerlas. Pero antes de nada, lo primero es poner en común qué entendemos por emoción.
Desde el aséptico punto de vista de la psicología de la conducta y de la neurofisiología, una emoción no es más que «un patrón de respuesta fisiológica y de conducta típicas de la especie”. Sin embargo la mayoría de las personas, cuando hablan de sus emociones, en realidad se están refiriendo a “una serie de sentimientos agradables o desagradables producidos por los eventos que vivimos cada día”.También podemos referirnos a las emociones como “aquella fuerza que nos moviliza hacia algo o bien que nos aparta de algo”.
Toda emoción, en mayor o menor medida, impacta en el cuerpo, y también sabemos que dicho impacto somático produce una cierta conmoción psíquica a la que llamamos sentimiento. Son pues dos nociones distintas, la emoción y el sentimiento, aspectos bien conocidos en el ámbito de la psicología, sobre todo tras las aportaciones del neurocientífico americano de origen luso, Antonio Damasio.
Es posible que en algún momento de tu vida te hayas preguntado cómo sería tu existencia si supieses gestionar mejor las emociones. Para responder a esta cuestión, te propongo unas cuantas reflexiones que te servirán como guía práctica para trabajar en la esfera emocional. Todo ello desde el punto de vista del entrenamiento sofrodynámico de las emociones:
1.- Procura entrenar “la nitidez emocional” es decir, discernir claramente qué emoción es la que experimentas en un momento dado y no la confundas con otra. Te sorprendería saber que hay personas que no distinguen entre estar tristes, estar cansados o estar irritables, etc. La nitidez emocional puede entrenarse a través de la práctica de la consciencia discriminativa.
2.- Darse cuenta de cómo etiqueto las emociones o, lo que es lo mismo, qué significado atribuyo a la emoción que experimento. Se trata, pues, de ser conscientes de “lo que pienso sobre lo que siento”. Cada vez que sentimos algo inmediatamente le estamos atribuyendo un significado. Cuando percibimos algo, seguidamente lo etiquetamos como placentero, displacentero o neutro. Ante un mismo acontecimiento emocional elaboramos significados que nos duelen y nos limitan y también significados potenciadores y que nos ayudan a crecer.
3.- Cultivar la “Autoempatía Emocional”, definida ésta como «una herramienta que nos permite mantenernos en contacto con nosotros mismos y proporciona el conocimiento necesario respecto al estado emocional actual”. Es una de las claves para el autoconocimiento y para la apertura al mundo emocional de los demás, facilitando un mejor contacto emocional con otras personas.
4.- Integrar el mundo emocional dentro del proyecto personal de Crecimiento y Desarrollo Humano. Una buena gestión emocional no sólo nos ayuda a mantener la salud física y mental, sino que también constituye una base sólida para crecer y desarrollarse como seres humanos.
5.- Mirar hacia atrás para aprender. Aunque las emociones se experimentan en el presente, podríamos revisar nuestra “biografía emocional” para entendernos mejor y, sobre todo, encontrar herramienta enseñanzas acerca de cómo las hemos gestionado nuestras distintas emociones en otros momentos de nuestra vida.
