Relaciones que curan

No somos seres que vivamos aislados, sino que nacemos, crecemos y nos desarrollamos junto a otras personas. A lo largo de la vida establecemos relaciones en ámbitos muy diferentes: familiares, escolares, profesionales, sociales, etc.

Relacionarse apropiadamente con los demás, es decir, interactuar de forma correcta tanto en la dimensión individual como en la grupal, es uno de los aspectos vitales que debemos cuidar, ya que, además, contribuye de forma especial al mantenimiento de la salud. 

Es importante no pasar por alto que las relaciones también son uno de los aspectos más conflictivos entre las personas. Muchos conflictos que se mantienen en el tiempo tienen como base dificultades para comunicar sentimientos y emociones o problemas con las habilidades sociales.

Si embargo, de la misma forma que pueden ser focos conflictivos, al mismo tiempo, también encierran el potencial de ser especialmente gratificantes, creativas, incluso pueden llegar a ser curativas. 

Cuando establecemos una relación curativa, es decir, una relación que nos ayuda a sanar nuestras heridas del alma y del cuerpo, la llamamos Relación Terapéutica.

Si acudimos a un profesional de la salud buscando remedio a nuestras aflicciones, tanto físicas como mentales o emocionales, estamos estableciendo una relación con intención terapéutica. Esto se conoce como Relación Terapéutica Formal (RTF) y guarda ciertas normas, protocolos y procedimientos. 

En otro contexto diferente, cualquiera de nosotros puede establecer con otra persona una relación terapéutica siempre que seamos capaces de producir un estímulo sanador y transformador en el otro a través de la palabra y de la propia presencia. En este caso hablamos de Relación Terapéutica de tipo Informal (RTI). 

Esto quiere decir que, si se dan las condiciones apropiadas, cualquiera podría convertirse en un auténtico promotor de salud, y contribuir a la sanación de otras personas. 

Pero ojo, la RTI también pueden albergar un peligro, y es el de aquellos sujetos bien Intencionadas pero que no son conscientes de sus propias limitaciones, y se convierten en una especie de “pseudopsicólogos” que van diciéndole a los demás qué deben pensar, sentir o hacer ¡Cuidado con estas actitudes!

A lo largo de los años he ido observando que existen una serie de componentes esenciales, tanto en la RTF como en la RTI. En este sentido, me gustaría compartir cinco aportaciones que en mi opinión debieran ser tenidas en cuenta dentro de cualquier relación de tipo terapéutico:

1.- No podrás ayudar a nadie más allá del nivel de desarrollo personal en el que tú te encuentras. Por tanto, si decides que quieres ser de ayuda para otras personas y saber cómo establecer relaciones curativas, la primera tarea que habrás de asumir es la de implicarte en un proceso personal de autoconocimiento y de desarrollo humano.

2.- Evita dar consejos que no te hayan sido solicitados. A veces el deseo de ayudar se convierte en un arma de doble filo y nos metemos en asuntos en los que no nos han llamado. Tratar de aconsejar a otros cuando el consejo no nos  ha sido solicitado, puede generar rechazo por parte de la otra persona, independientemente de que el consejo en sí pudiera ser apropiado o no.

3.- Antes de cualquier intervención que pretenda ser terapéutica ha de establecerse una base de mutua empatía y confianza. Si esto no se da, es mejor no intervenir. Dedica el tiempo y el esfuerzo necesario para crear un buen clima de confianza. Necesitamos construir una buena base antes de actuar.

4.- Aunque lo tengas muy claro, es mejor buscar el momento apropiado para decir lo que se quiere decir. Una cosa apropiada dicha en un momento poco oportuno crea más problemas que beneficios. Es mejor esperar lo que sea necesario para obtener un mejor resultado que no actuar con precipitación. Para conseguirlo recuerda que la paciencia es un aliado imprescindible.

5.- Respeta el proceso de la otra persona. Ella no tiene que llegar a donde tú has llegado, ni tampoco compartir tu visión del mundo. Permite que sea libre en su búsqueda y que construya sus propias metas.

Finalmente me gustaría recordar que toda relación, tanto formal como informal, puede ser curativa. Así que te invitaría a profundizar en estos aspectos, a reflexionar sobre ellos y a que cada persona, a través de las relaciones que establezca, se convierta en un agente de salud en su propio entorno.

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