Cada vez mas…

Por Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

Con este artículo y dada la repercusión que éstos tienen en la alimentación, nos centramos en dos nuevos términos relacionados con los trastornos de la conducta alimentaria. No cabe duda que la sociedad actual y estilo de vida en el que como ciudadanos estamos inmersos, cada vez se hace más patente y deja una huella desafortunadamente y aunque pueda sonar duro, hacia  nuestra autodestrucción. Piensen fríamente y vean la paradoja: ¿preocupación por la salud y responder de este modo?, ¿ilógico no les parece?

 

DIABULIMIA, se trata de un trastorno de la conducta alimentaria y si queremos catalogarlo por su gravedad, podemos decir que sus consecuencias son fatales. Entre los síntomas característicos, que pueden aparecer bruscamente y se parecen a los de la diabetes, destacan la fatiga, sed, ganas de orinar constante, apetito excesivo, dificultades en la concentración… Este trastorno sobre el que se retoma el interés en nuestros días, si bien aún no es un término médico reconocido como tal, sino que se estudia como la combinación de ambos cuadros, se relaciona con personas diagnosticadas de diabetes tipo I o insulinodependientes. En él, el control dietético y el uso de insulina que precisa la diabetes tipo I, enmascaran un trastorno alimentario que tiene como objetivo perder peso de manera descontrolada. Así, una de las técnicas de los diabulímicos es reducir su dosis de insulina para que el cuerpo no pueda incorporar azúcares y así se limite el aporte calórico, lo que consecuentemente permite la pérdida de peso. Pero se está jugando “con fuego” al dejar que grandes cantidades de azúcar transiten por el organismo sin que éste pueda aprovecharlo, pues no hay insulina necesaria y esto origina, de mayor a menor gravedad: hipoglucemias, hiperglucemia y cetoacidosis y  coma diabético que puede acabar en la muerte. Del mismo modo, complicaciones crónicas tales como las neuropatías (ej: ceguera si se afectan los vasos sanguíneos del ojo, u otras), fallo renal o la amputación de miembros pueden ser consecuencias graves del mal control metabólico, mantenido a largo plazo.

Algunos de los signos de alarma que pueden ser un  indicio de sospecha, o al menos orientativos de este  trastorno, son:

  • valores muy altos de hemoglobina glicosilada (parámetro que mide niveles de glucosa en sangre)
  • ansiedad ante los controles de peso (rechazo o compulsión)
  • episodios frecuentes de hipoglucemias, aún cuando tienen asistencia por especialistas.
  • demanda de cambios en el patrón alimenticio
  • alteraciones en el ciclo menstrual (irregularidad, ausencia, demora)
  • episodios de atracones al menos 2veces/semana.
  • situaciones de tensión familiar
  • práctica excesiva de perdida peso

 

DRUNKOREXIA: se define como dejar de comer para poder beber alcohol. Es decir, teniendo en cuenta que beber alcohol es ingerir muchas calorías vacías y por tanto engorda, se dejan de ingerir las comidas principales para “compensar” y así mantener el peso a raya. Esta conducta es típica de jóvenes (adolescentes o no) habituales del botellón. Esta situación conlleva a largo plazo a deficiencia vitamínica, mineral y de nutrientes primarios que llevan a un estado crónico de cansancio y hacen a la persona más propensa a caer enferma.

El tratamiento e intervención en estos casos debe ser multidisciplinar y si bien los efectos más directos se perciben a nivel de la alimentación y conducta alimenticia del sujeto, siendo fundamental la educación y adquisición de un patrón nutricional adecuado, no debemos olvidar en ningún caso, su importante componente psicológico.

 

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.