En cierta ocasión me dijo un paciente –¡Hola, vengo a ver si usted me cura!-. Le miré fijamente y le contesté –pues hasta ahora no he curado a nadie-. Por la cara que puso estoy seguro que debió pensar “¿a qué clase de loco he venido?”. Pasado ese shock inicial, le aclaré –mi misión no es curar a la gente, sino indicarle qué han de hacer para curarse. Eso quiere decir que son los propios pacientes los que se curan, son los responsables de su salud, yo, simplemente, me limito a señalarles el camino”. En ese momento cambió el gesto y proseguimos la entrevista con total normalidad.
El día que tengamos claro que cada uno de nosotros, y no los demás, somos los responsables de cuidarnos y mantenernos en salud, habremos dado el primer paso para lograr una vida mas armónica y exitosa.
En castellano la palabra responsabilidad deriva del vocablo latino «respondere» que significa pagar por turno o cuando a uno le toca, y hace alusión a la capacidad de asumir las consecuencias de nuestras acciones o de tomar el control o el mando en ciertos asuntos.
De forma metafórica podríamos decir que ser responsable es como atreverse a sujetar las riendas de nuestra propia existencia para así alcanzar las metas a las que aspiramos. Si eres de los que quieres establecer algún cambio potenciador en tu vida, no cabe duda de que primero habrás de asumir el peso que conlleva aceptar dicha responsabilidad.
No debemos olvidar que somos cocreadores de nuestro propio universo, de nuestra propia realidad. Nuestras eleciones van marcando el destino, lo cual quiere decir que de alguna manera somos responsables de dichas elecciones.
Alguien dirá, con toda razón, “pues yo estoy sufriendo las consecuencias de algo que no he elegido”. Y puede que sea cierto. Muchas cosas en la vida no las elegimos. Hay enfermedades, accidentes, pérdidas, etc. que no elegimos. Sin embargo, en todos esos casos seguimos siendo responsables de las respuestas que damos y del modo en el que gestionamos las dificultados o los obstáculos que aparecen, aunque siempre hay quienes prefieran sentirse víctimas de las circunstancias y echar la culpa de sus desgracias a los demás o al mundo. Mantener esta última actitud es como asegurarse un pasaporte hacia la infelicidad.
Ante las situaciones difíciles, complejas o dolorosas es posible que respondamos de forma limitante, es decir con estados depresivos, con pena, inacción, desesperanza, etc., pero también es posible vivir esa misma situación de una forma mucho más potenciadora y esperanzadora.
La vida me ha demostrado que lo anterior no es una simple teoría, sino algo real. Numerosos pacientes me han enseñando, y me siguen enseñando, como afrontar de forma positiva ciertas limitaciones que son duras y complejas. Son personas admirables, verdaderos héroes de lo cotidiano, que entre las diversas habilidades que utilizan para conseguir estados potenciadores, se encuentra la de asumir el peso de la responsabilidad en su proceso de curación. ¿Te atreverás a ser uno de ellos?
Todos vivimos circunstancias diversas. Algunas de ellas son más favorables mientras que otras constituirán verdaderos obstáculos. Eso no lo podemos evitar, pero sí es posible elegir qué hacer con ello. Cuando por la razón que fuere, renuncias a esa posibilidad y permites que sean otros los que manejen las riendas de tu vida, el resultado será nefasto.
A lo largo de nuestra existencia viviremos situaciones que serán irreversibles, que no podremos cambiar. También afrontaremos otras en las que no dependerá de nosotros realizar ciertos cambios. A pesar de todo ello, a lo que nunca deberíamos renunciar es a la capacidad de aceptar y gestionar dichas dificultades de forma apropiada. A veces es necesario aprender a aceptar aquello que no podemos corregir. Esto es también una alta enseñanza.
Todo lo anterior forma parte de lo que en Sofrodynamia® llamamos autogestión, que no es más que la capacidad que tenemos para poner en marcha los diversos mecanismos y recursos que permiten afrontar las dificultades vitales.
Logramos una buena autogestión a partir de un proceso de autoconocimiento y, cuando lo conseguimos, entonces aparecerá la satisfacción en la vida. Básicamente estamos hablando de una dinámica en la que desarrollamos nuestras capacidades y potencialidades.
Todo lo anterior: autoconocimiento, autogestión, satisfacción y desarrollo del potencial, constituyen las bases sofrodynámicas del bienestar y la felicidad.
