Diez propuestas para no perder el control de la vida

La pérdida de control tiene como consecuencia la realización de conductas o la expresión de palabras que, cuando las miramos con la frialdad necesaria, nos parecen ridículas, grotescas o desproporcionadas. Esta experiencia hace que las emociones y los pensamientos se  colapsen, y acabamos no sabiendo muy bien ni qué pensamos, ni qué sentimos, y mucho menos cómo hemos llegado hasta allí.

El descontrol cuando adquiere ciertas proporciones se parece a una erupción volcánica, brusca y violenta que se lleva por delante todo aquello que encuentra a su paso. Es como si algo dentro de nosotros cobrase vida propia y actuara de forma autónoma sin regirse por los dictados de la razón. La mayoría lo habremos experimentado en alguna ocasión y, en general, no nos suele gustar la experiencia.

Este tipo de reacciones las identificamos bien y son fácilmente detectables, pero existe otra forma de perder el control menos explosiva, más sutil y a más largo plazo que la que he descrito anteriormente. Me refiero a cuando perdemos el control de nuestra vida en general. Y perder el control de la vida de forma global lo considero un asunto mucho más grave por todas las consecuencias que eso conlleva.

Perdemos el control global de la vida cuando no tenemos unas metas claras ni un rumbo fijo. Esto es como tratar de avanzar habiendo extraviado la brújula que nos guía. También perdemos el control global de la vida si elegimos vivir al dictado de lo que otros marcan para nosotros, en lugar de hacerlo según nuestras propias decisiones. 

Este tipo de pérdida de control resulta menos llamativa y menos explosiva que la primera que he descrito, pero me atrevería a calificarlo como mucho mas grave, porque no es que enturbiemos un instante, sino que desperdiciamos la vida entera. 

En el primer caso, el antídoto seria simplemente el cultivo del autocontrol de forma conductual. Existen muchas estrategias psicológicas para lograrlo. Pero para abordar la pérdida global del control de la vida necesitamos remedios más potentes.

En el contexto del entrenamiento sofrodynámico que suelo trabajar, la noción de “control” posee un doble significado. Por un lado indica una forma de regulación voluntaria del modo en el que nos comportamos, sentimos o pensamos y, en un nivel más amplio, se refiere a la capacidad de dirigir la vida hacia aquellas metas que deseamos.

Desde este punto de vista, el autocontrol, se refiere sobre todo a la capacidad de la conciencia humana para establecer aquellos ajustes voluntariamente elegidos en orden a llevar a cabo conductas adecuadas de forma puntual pero, también al mismo tiempo, se refiere a la capacidad que permite orientar la vida de forma consciente, voluntaria, autónoma y libre.

Si tienes claro que perteneces al grupo de los que quieren mejorar el autocontrol y reorientar tu vida en general, necesitarás algunas indicaciones:

1.- Describe nítidamente cuáles son tus metas y objetivos, y pregúntate si estás en el camino correcto para lograrlos. Cuando seas consciente de ello habrás de decidir si mantienes o cambias el rumbo.

2.- Cultiva la atención y la consciencia discriminativa, para poder darte cuenta de cómo son tus actos y cuales son los desencadenantes habituales de tus conductas disruptivas. Estas cualidades también te permitirá descubrir las señales que aparecerán en tu camino y que te indicarán si avanzas en el sentido apropiado o no.

3.- Si quieres controlar tus conductas habrás de saber gestionar tus pensamientos y emociones, y para ello la respiración consciente será una de las claves imprescindibles. En toda estrategia que pretenda implementar el autocontrol nunca habrá de faltar la respiración consciente.

4.- Aprende a leer los mensajes de tu cuerpo. Hoy día la neurociencia nos dice que “el cuerpo sabe lo que la mente aun ignora” (A.Damasio). El cuerpo es más sabio de lo que aparentemente suponemos, sólo necesitamos aprender  su lenguaje.

5.- Considérate como si fueses la persona a la que más quieres, y procura mostrar hacia ti la paciencia, el perdón y el amor que manifestarías hacia dicha persona. Esto te ayudará a seguir adelante a pesar de que cometas errores, fallos o aparezca el cansancio en el camino.

Pero, además, recuerda que:

6.- Querer controlarlo todo puede ser tan limitante como no controlar nada. El exceso de la necesidad de control da lugar a que aparezcan conductas neuróticas.

7.- En la vida suceden muchas cosas imprevistas, por los que también es necesario aprender a fluir con ellas para afrontarlas de forma apropiada. Flujo y control no so dos posiciones opuestas sino perfectamente complementarias, siempre que tengamos la lucidez suficiente para discernir cuando adoptar uno u otro patrón.

8.- La aceptación y la acogida ecuánime son dos de las más potentes herramientas  que podamos tener en nuestra vida. Sobre todo para poder lidiar con aquellos asuntos que se encuentran fuera de nuestra capacidad de control.

9.- Al mismo tiempo que cultivas el autocontrol deberás también cultivar la espontaneidad, la frescura, la capacidad para improvisar, la creatividad para responder a los nuevos retos que surgirán en nuestro camino.

10.- Por último, ten presente que por mucho que queramos no vamos a poder controlar muchos eventos y situaciones, pero que siempre seremos dueños de la forma en la que los abordamos y del modo en el que los gestionamos. Somos los dueños de nuestras reacciones adaptativas. 

Si te encuentras en un camino de desarrollo humano, recuerda no renunciar nunca a esta última propuesta.

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