Palabra y salud

palabra y saludAlgunos pacientes me han contado alguna anécdota en la que  han sentido una profunda decepción tras haber recibido cierto tipo de noticias respecto a su salud, o también tras determinados comentarios desafortunados por parte de algunos profesionales sanitarios, dichos estos sin ninguna mala intención, pero con un profundo desconocimiento de la comunicación humana.

Y es que la palabra, aunque no lo creamos, tiene la capacidad de que puede enfermar o que puede sanar, según como se use. Por tanto, cada vez que dos personas establecen un vínculo de relación de ayuda, disponen de una herramienta curativa de especial potencia que es la palabra.

Dicho de otro modo, existe un uso del lenguaje que puede ser terapéutico. Esta función se conoce desde la antigüedad, cuando se utilizaban ciertos ensalmos para sanar, pero desde el nacimiento del pensamiento racional en el mundo griego se pasó del ensalmo al “terpnos logos”, un decir dulce, placentero y suave mediante el cual, según describe Platón, se consigue “la tranquilidad del alma, y a partir de ahí es posible sanar también el cuerpo”.

Pero hoy día, parece que hemos olvidado este ancestral conocimiento y  normalmente dentro del campo de las ciencias de la salud en general, y de la medicina en particular, se suele  prestar poca atención a la importancia que tiene el uso de la palabra durante la relación terapéutica.

Tal vez la excepción se encuentre en algunos tipos de psicoterapia en las que los terapeutas cuidan mucho, no sólo el contenido de lo que dicen sino también algunas otras cualidades del lenguaje tales como el tono, la modulación, inflexiones de la voz etc.

Tradicionalmente, la medicina convencional ha delegado el uso de la dimensión terapéutica de la palabra a los psicólogos, psicoterapeutas y psiquiatras, es decir a la psicoterapia reglada. Por múltiples razones, que no es posible aquí analizar, el médico  a lo largo de la historia ha cedido esa parcela a estos otros profesionales de la salud, olvidando un importantísimo y valioso recurso curativo.palabra y salud1

Desde el modelo convencional de las ciencias de la salud, se suele atribuir la capacidad para curar exclusivamente al tipo de terapia que se aplica en cada caso, bien sea ésta medicamentosa, quirúrgica o de otra clase, por lo que la comunicación terapeuta-enfermo, mediante la palabra, no suele ser tomada en demasiada consideración, salvo honrosas excepciones.

Sabemos que la palabra es un atributo específicamente humano (el lenguaje no), que además posee unas características muy especiales, ya que el ser humano es la única criatura que utiliza un lenguaje que es digital y analógico al mismo tiempo.

Muchas personas creen que cuando hablan todos los demás deberán haber entendido exactamente aquello que ellos querían decir. Sin embargo la realidad nos muestra que la cosa no siempre funciona así, sino que con frecuencia sucede que alguien dice algo y cada uno de los oyentes entiende cosas distintas. Eso forma parte de la magia y del peligro de la comunicación humana, ya que no siempre se comunica lo que se quiere.

También sucede que no siempre decimos exactamente lo que queremos. A veces lo que se dice y lo que se quiere decir coinciden pero, en cambio, otras muchas veces no.

Además, hemos de tener en cuenta, también, que existen algunos aspectos que comunicamos sin querer. Por tanto, hemos de reflexionar acerca de qué es lo que queremos comunicar y también acerca de aquello que comunicamos sin querer.

Con frecuencia, a través del uso de la palabra se pretende cambiar la realidad. Es como si el lenguaje humano tuviese un carácter mágico, entendiendo como magia  «el arte de la transformación y del cambio».

Esto último ha de ser correctamente entendido, y se aplica sobre todo a los aspectos del mundo interior y, sobre todo, orientado a la relación de ayuda. Así, unas palabras apropiadas pueden transmutar la tristeza en alegría y la desesperación en esperanza. Pero ¡cuidado!, hay que estar alerta frente a los «falsos magos del lenguaje» (muchos ejemplos pueden ser encontrados en la clase política) que aspiran a cambiar la realidad simplemente cambiando la palabra con la que se designa. Cuando hablo de la «magia del lenguaje» no me estoy refiriendo a esto último, sino que en estos casos cabría mejor hablar de la capacidad que tienen algunos para pretender falsear la realidad.

Otro aspecto curioso de la palabra humana es que posee, también, al mismo tiempo, un efecto consciente (aquello que cree entender) y un efecto no consciente, normalmente más profundo, sobre cada oyente. Así, cada persona podrá descubrir una  nueva y más completa dimensión en la comunicación cuando nos damos cuenta del significado de estos aspectos más profundos.

Normalmente existe más de una única forma de entender la realidad. Algunas comprensiones nos limitan y otras nos potencian. Las palabras que sanan nos permiten acceder a aquellas formas de entender la realidad que son potenciadoras para  nosotros.

La palabra, además, puede ser utilizada como herramienta fundamental en todos los procesos relacionados con el crecimiento y desarrollo humano. En dichos procesos llegamos a descubrir como las estructuras del ego utilizan el lenguaje y sus subterfugios para mantenernos aprisionados en su cárcel. Pero, además, por otro lado, usada de forma potenciadora la palabra nos va a servir para plantearnos diferentes cuestiones, para resolver enigmas y para encontrar nuevos caminos.

El uso terapéutico de la palabra puede ser bastante amplio, ya que incluye no sólo el lenguaje literal sino también el analógico, así como el uso de los silencios y el lenguaje corporal.

Son palabras sanadoras aquellas que nos ayudan a ampliar nuestra consciencia, a clarificar la vida y a sanar el dolor, aunque es posible que en algunos casos no nos guste escucharlas porque tocan en nosotros zonas dolorosas o sensibles.

Si recibimos palabras cargadas de razón y sentido, pero no estamos preparados para procesarlas, entonces no las entenderemos y será una oportunidad desperdiciada. Así, el terapeuta, si conoce su oficio, sabrá lo que hay que decir y también buscará el momento apropiado para hacerlo.

Hay palabras sanadoras que apelan a la razón, otras estimulan la intuición, pero todas ellas han de generar comprensiones globales de un nivel superior al que nos encontramos.

En muchas ocasiones adoptarán el formato de preguntas y no de aseveraciones como muchos esperarían. En Sofrodynamia® las llamamos Preguntas de Alto Nivel (PAN), ya que nos ayudan a cuestionar nuestro modelo del mundo y nos permiten ampliarlo y mejorarlo.

La palabra terapéutica no es lo mismo que el consejo, si bien un buen consejo puede ser terapéutico. Para que un consejo sea apropiado ha de reunir las siguientes características: 1) Ha de ser pedido. 2) Debe darse sobre un tema que se domine o se tenga experiencia. 3) Sólo debe darse si existe una fuerte empatía. 4) Evitar el tono paternalista. 5) Incluir la posibilidad de que la persona llegue por si misma a encontrar la solución.palabra y salud2

También pueden ser especialmente útiles para desencadenar respuestas curativas los llamados Relatos Didácticos. Estos son historias que se cuentan con la intención de enseñar algo, y tiene la capacidad de estimular el pensamiento sistémico. En este aspecto son muy útiles ciertos formatos como cuentos, parábolas, metáforas, etc.

En Sofrodynamia®, la palabra es un instrumento fundamental que se usa para:

  1. Ayudarnos a generar o cambiar estados.
  2. Conectar con el espacio Interior.
  3. Modificar nuestro nivel de consciencia.
  4. Cuestionar nuestro modelo.
  5. Generar nuevas opciones o puntos de vista diferentes.
  6. Hablarle al consciente y al no consciente.

El uso de la palabra en Sofrodynamia® se caracteriza por ser sugestiva (se sugiere, no se impone), utilizar los distintos canales perceptivos, combinar componentes digitales, analógicos y metafóricos, es multinivel, es decir, se dirige a distintos planos (consciente y no consciente). Mediante ella podemos dinamizar estructuras profundas y subyacentes del sujeto creando direcciones de desarrollo y de trabajo interior. Eso nos remite a nuestro centro al tiempo que nos nutre como seres humanos.

Es por todas estas razones por las que debiéramos tener en cuenta que el uso de la palabra es un arte que merece la pena ser aprendido, y que puede ser usado sabiamente para ayudar y ayudarnos a crecer y a sanar. Pero sobre todo, en vista de que la palabra es un instrumento precioso y preciso, deberíamos sacar como conclusión que es importante ejercer la moderación en nuestro lenguaje y como dice el sabio proverbio, «no hables a menos que lo que vayas a decir sea mejor que tu silencio».

 

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