Conocido más por su uso tradicional en cocina que en su empleo fitoterápico, el orégano (Origanum vulgare), ha demostrado una gran utilidad para luchar contra los hongos, en especial la temida Cándida albicans.
Es muy rico en aceites esenciales y compuestos fenólicos como el carvacol y el timol, que presentan propiedades antimicrobianas, antiespasmódicas, antiparasitaria y antioxidantes. El aceite esencial del orégano silvestre es el más potente antimicrobiano natural de amplio espectro conocido hasta la fecha.
Las variedades silvestres son muy superiores a las cultivadas y es importante tener ciertas precauciones en el uso del aceite esencial, ya que no debe tocar los ojos por ser altamente irritante y para su ingestión deberá ir emulsionado en otro aceite portador, con objeto de evitar las molestias irritativas a nivel gástrico que puedan producirse.
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