El Árbol del Té es un árbol originario de Australia del que los aborígenes conocían sus propiedades beneficiosas desde tiempos ancestrales. Fue descubierto y traído a Europa por el Capitán Cook, a finales del siglo XVIII, que tomaba sus hojas en forma de aromática infusión, de ahí su nombre.
De esta planta hoy día usamos el aceite esencial, el cuál se obtiene a partir de la destilación de sus hojas, y no debe ser ingerido por vía interna, pues puede provocar efectos indeseables de cierta importancia.
Sus principales componentes son alcoholes monoterpénicos y sesquiterpénicos.
Es muy conocido por sus propiedades antimicrobianas de amplio espectro, ya que es útil frente a bacterias, hongos y virus.
Se utiliza por vía tópica, siendo sus principales aplicaciones los problemas infecciosos de la piel y mucosas, infecciones vaginales, gingivitis, faringitis, aftas, herpes simple, micosis ungueales y verrugas.
Se ha usado también como cicatrizante, balsámico, expectorante, anticaspa y contra lo piojos. Es útil en veterinaria para el tratamiento de los parásitos (pulgas, garrapatas, etc.) de las mascotas.
Normalmente se aplica directamente sobre la zona afectada o en forma de compresas, baños, enjuagues o gárgaras, etc.
Como todos los aceites esenciales ha de evitarse el contacto con los ojos. También debe evitarse el uso directo en bebes y niños demasiado pequeños, ya que podría irritar su piel.