“No pretendas con voces llamar a la puerta de mi corazón, tampoco la golpees afanosamente con tus manos si quieres que éstas se abran, ni grites tus exigencias pensando que se rendirán ante ellas. Más es tu silencio, tu sonrisa, las caricias de tu mano o sentir que necesitas mi ayuda, lo que hacen que se rompan sus candados y puedas penetrar en mi jardín por los caminos del corazón.” (ANF)
Gracias, Armando, por estas perlas que vas compartiendo. Un abrazo.
Muchas gracias a ti por tu comentario. Un abrazo