Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha participado sin descanso en numerosas y diferentes búsquedas.
Los primeros pobladores buscaban zonas en las que pudieran recolectar los frutos silvestres, encontrar caza abundante y lugares seguros que les sirviesen de refugio frente a las inclemencias del tiempo o el ataque de los diversos depredadores.
Más tarde, tras la revolución agrícola del neolítico, buscaron tierras fértiles a orillas de los ríos y lagos, dónde poder cultivar sus cosechas y se asentaron en ellas creando ciudades.
A pesar de que los seres humanos se establecieron y se hicieron sedentarios, no por ello cesaron las exploraciones, no sólo de territorios sino también de riquezas.
Hasta nosotros han llegado muchas leyendas y aventuras de búsquedas legendarias de tesoros ocultos y objetos de poder como el Santo Grial, la Lanza de Longinos, el tesoro del Rey Salomón, el de los Templarios, el de los Cátaros, el de los Incas, etc. A propósito de dichas búsquedas se han escrito gran cantidad de obras literarias, poéticas y épicas, constituyendo un acervo cultural de innegable belleza.
Pero además de tesoros materiales, los seres humanos también hemos llevado a cabo otras búsquedas de un nivel que supera lo anterior. Las más relevantes que conocemos son aquellas que han tratado de encontrar la Panacea (Remedio Universal) que curase todas las enfermedades o la Fuente de la Eterna Juventud, que proporcionaba la vida eterna, la inmortalidad.
A pesar de la innegable atracción de todo lo dicho anteriormente, hay algo que, sin ser tan llamativo, ni generar tantas leyendas, constituye posiblemente la búsqueda de nivel más elevado. Se trata de la búsqueda del tesoro de los tesoros, ya que quien lo encuentra no necesita nada más: la búsqueda del bienestar, al que muchos han llamado felicidad. En otros artículos de este blog he hablado más detalladamente de lo que en Sofrodynamia® consideramos como bienestar y cuáles son sus fundamentos.
Sabemos que cualquier ser humano que quiera crecer y desarrollarse necesita transformarse en un buscador para emprender dicha búsqueda.
Para ello es necesario experimentar un cierto inconformismo con nuestra situación actual, una cierta rebeldía que nos impulse a salir de nuestros propios límites para ir más allá, porque quienes se sienten totalmente complacidos consigo mismos no se movilizarán por nada ni por nadie.
Cuando sentimos que algo importante falta en nuestra vida podemos tomar dos caminos, quejarnos y sentirnos desvalidos o lanzarnos a la búsqueda de aquello que nos permitirá experimentarnos plenos y satisfechos.
Para buscar implicarse en la búsqueda del bienestar necesitamos ciertas destrezas, habilidades y actitudes, no basta con el mero deseo de querer alcanzarlo.
Necesitaremos curiosidad, pero procurando que dicha curiosidad no nos sumerja en un activismo inútil.
Será necesario, también, desarrollar una cierta capacidad de autocrítica, para evitar la tendencia que tenemos todos de buscar aquellas cosas que confirman lo que ya conocemos.
Pero, sobre todo, necesitaremos estar abiertos a lo inesperado, es decir, ser capaces de relacionarnos positivamente con lo desconocido o con aquello que no habíamos previsto.
Si consideramos el bienestar como un tesoro inigualable, no escatimaremos esfuerzos para alcanzarlo.
Conectar con la tendencia a la autotrascendencia para dar respuestas a nuestra necesidad de sentirnos completos y en paz, constituye un primer impulso para nuestra búsqueda. Pero además de todo lo anterior, lo más importante que inicialmente hemos de desarrollar para involucrarnos activamente en este proceso, es la firme decisión de querer salir del sufrimiento.
A esta última actitud, la tradición de búsqueda espiritual ha convenido en llamarla renuncia.
Como no siempre es bien entendido dicho término, creo que es importante aclararlo.
Renuncia no quiere decir que el buscador haya de retirarse del mundo, ni de sus amigos o familiares. Ni siquiera significa que se prive de las cosas buenas de la vida, sino que genere la inquebrantable decisión de evitar las causas que producen sufrimiento.
Una vez tomada la decisión de renunciar a las causas del sufrimiento, necesitamos comprender qué es lo que sucede en nuestra vida, lo cual estará directamente relacionado con lo que sucede en nuestra mente.
Podría decirse que necesitamos realizar una exploración en la que la propia mente sale a buscarse a sí misma, y lo hace mediante el instrumento de la consciencia.
Para poder indagar en la mente necesitamos luminosidad, claridad para alumbrar aquello que está oscuro, y la herramienta más apropiada que proporciona dicha luminosidad es la consciencia discriminativa con sus componentes de atención y de concentración.
Partiendo de la renuncia al sufrimiento y del impulso a la autotrascendencia, junto con la práctica constante de las herramientas anteriores, con paciencia y disciplina, alcanzaremos nuestros objetivos.
Si en estos momentos de tu vida sientes la necesidad de involucrarte en la búsqueda de algo importante, ¡enhorabuena!, porque te indica que es el tiempo de comenzar.
Has de saber que lo realmente importante es comenzar el camino ya, sin demora, con la absoluta seguridad que todo trabajo realizado obtendrá su recompensa.