No deberíamos olvidar descubrir nuestro camino

¿Sabes cuál es tu camino o no tienes tiempo para plantearte esas cosas?

Si es lo segundo, ¡pues vale!, entonces es posible que un día te des cuenta que has llegado a donde no querías y has vivido sin percatarte de lo que éste tenía preparado para regalarte.

Cada uno de nosotros vive de forma única e irrepetible. Hacer que nuestra vida llegue a ser suficientemente significativa forma parte de nuestra tarea en el mundo y de nuestro compromiso como seres humanos.

Para ello deberemos descubrir y transitar eso que llamamos nuestro propio camino.

El modo en el que queremos avanzar por él es de las pocas cosas que realmente nos pertenecen y que podemos elegir, aunque por desgracia, hay quienes eligen no salir de casa o caminar por sendas excesivamente transitadas, posiblemente, por miedo a lo desconocido o por otras muchas razones.

También conozco a otros que creen que no elegimos, sino que alguien externo elige por nosotros, de tal manera que, tal vez el azar o el destino, nos empuje por lugares y situaciones no deseadas sin que nada podamos hacer para evitarlo ni tampoco para cambiarlo.

Yo creo justo lo contrario, quizás porque soy consciente de las numerosas elecciones que he tenido que realizar a lo largo de mi vida y que han marcado un rumbo totalmente distinto respecto a haber elegido otra cosa.

Soy de los que piensan que existen distintos senderos para llegar al mismo lugar, por eso no has de preocuparte tanto de si el camino que elegiste es distinto a otros que conoces, sino más bien ocuparte por verificar si te está llevando por donde querías y si estás siendo capaz de aprovechar sus enseñanzas todo lo que podrías.

Alguna vez te has parado a pensar si te encuentras donde quieres o, por el contrario, crees que necesitas un cambio.

Porque, si no estás viviendo lo que realmente deseas vivir, ¿te atreverás a modificar la dirección o te conformarás con los caminos trillados, sólo porque aparentan ser más sencillos?

No son preguntas fáciles para las que sea apropiado buscar una rápida respuesta, sino que deberías saborearlas, rumiarlas y, finalmente, darte permiso para mantenerlas abiertas el tiempo necesario hasta que la auténtica comprensión sobre este asunto surja ante ti.

Por mi parte puedo decir que tengo la firme convicción de que cada cual ha de andar su propio camino, y no el que otros le marquen.

También creo, inspirado por el mítico viaje de Ulises, que la verdadera riqueza la encontramos en el simple caminar y no tanto en el anhelado punto de llegada.

Un verdadero universo se encuentra en nuestro interior

Me gusta adentrarme hacia lugares recónditos y solitarios, lugares poco explorados envueltos en la bruma del misterio y en los que uno podría perderse fácilmente si no fuese porque posee las correctas instrucciones que todo buen caminante ha de llevar consigo. Es por esto que me interesa tanto toda la información que me enseña a viajar mejor por dichos caminos.

Pero no estoy hablando de lugares paradisiacos, ni de destinos exóticos de nuestro mundo exterior, sino que me refiero a otro tipo de viaje.

Todo lo anterior expone mi visión acerca del más largo y fructífero viaje que realizamos los seres humanos, muchas veces sin salir de casa. Un viaje que ha de ser abordado no como un turista, sino como un peregrino, ya que recorriendo los caminos del Mundo Interior, que es a lo que me he referido hasta ahora, podremos experimentar la profundidad y la grandeza de nuestro propio ser, a condición de que mantengamos el valor y la constancia necesaria para asumir todo aquello que conlleva adentrarse por estos lares.

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