Los alimentos transgénicos

El avance de la ciencia y de la tecnología en el campo de la genética aplicada a los alimentos ha dado lugar a la aparición de los transgénicos. Posiblemente hayas oído hablar de ellos, de los alimentos transgénicos, pero es también bastante probable que no tengas una idea demasiado clara al respecto, ya que habrás escuchado opiniones enfrentadas sobre este tema. Podríamos preguntarnos si son tan malos como dicen algunos o si son tan buenos como defienden quienes los fabrican. Trataré de explicar algunas cosas al respecto.

Lo primero es entender que, de alguna manera, los seres humanos, desde los comienzos d ella agricultura en el Neolítico, hemos ido seleccionando genéticamente los productos vegetales y hortícolas, realizando cruces e hibridaciones para obtener, a partir de la variedad silvestres, unos cultivos más productivos al tiempo que resistentes a las inclemencias climáticas y a las plagas. Los campesinos, desde tiempos remotos, seleccionaban las semillas y realizaban cruces entre distintas variedades. Todo ello se hacía de una manera lenta y gradual. Por tanto, la actuación sobre la genética de los alimentos no es algo reciente, pero sí lo es la tecnología que  actualmente se aplica y el modo en el que en estos momentos se lleva a cabo, y eso puede dar lugar a resultados que a lo mejor son distintos a los esperados, o bien a resultados que no podamos controlar como nos gustaría.

Fue sobre los años ochenta del pasado siglo, cuando la FDA (Food and Drug Administration) de USA, autorizó la comercialización y el consumo del primer alimento al que se le había introducido un gen extraño. En concreto, una variedad de tomate. Actualmente, aunque hay muchos transgénicos, los utilizados son el maíz, la soja y el tomate.

Los actuales alimentos transgénicos se obtienen a partir de la incorporación en ellos de un gen extraño procedente de otro organismo o de otra especie, mediante la utilización de técnicas de ingeniería genética. Su finalidad consiste en obtener algún valor añadido sobre la especie primitiva de la que se parte. Así, se pueden obtener mejoras en el rendimiento de la producción, el tamaño o el sabor de los productos, o en la resistencia a las enfermedades y parásitos, entre otras cosas.

Pero esto que, en principio, podía sonar bastante bien, tiene también sus sombras, ya que determinadas empresas han utilizado esta modificación genética para hacer totalmente dependientes a los campesinos de sus semillas y de sus productos agrícolas (fertilizantes, pesticidas, etc.), ya que dichas semillas no se pueden guardar para plantarlas en la siguiente cosecha (tal como se hacía antes) sino que han de comprar semillas nuevas cada año, con el coste que ello les supone (y al precio que marca la multinacional) y , además, no pueden utilizar otros productos agrícolas distintos a los que dicha empresa proporciona y ha creado acorde con la modificación genética del producto en cuestión. 

El que todo ello se encuentre regulado legalmente no implica que sea ético, honesto o apropiado para los seres humanos en general. Es lícito preguntarse, pues, si la producción de alimentos transgénicos  es una práctica enfocada al bienestar o si por el contrario lo que pretende es el enriquecimiento de ciertas multinacionales en detrimento de los campesinos, sobre todo de los países más pobres, y sin importar un posible riesgo potencial para la salud de los consumidores. 

Nos quedan bastantes dudas acerca de lo que la inclusión de genes extraños en los alimentos podría deparar para nuestra salud. Quedan muchas lagunas en este ámbito, y se ha visto un incremento de las patologías actuales en el campo de las alergias y las intolerancias alimentarias que, cada día más, aparecen en personas que hasta no hace mucho toleraban bien los alimentos que ahora les resultan dañinos. 

Tampoco queda claro si esos genes extraños, recombinados con diferentes microorganismos, bien de la propia flora intestinal o bien procedentes del exterior, podrían dar lugar a determinadas patologías. 

Otro aspecto a plantearse es la repercusión que esta modificación genética este teniendo o pueda tener en el futuro en lo que se refiere a las resistencias bacterianas a los antibióticos, asunto que, como todo el mundo conoce, es de la mayor gravedad. Todo lo anteriormente mencionado son aspectos tan importantes que deberían ser contestados y resueltos por aquellas autoridades sanitarias que supuestamente velan por nuestra salud. Todavía quedan muchas cosas por mejorar en cosas tan simples como es el etiquetado de dichos alimentos.

Aunque la idea inicial de mejorar la producción agrícola y evitar las enfermedades en los cultivos, pueda parecer loable, en la práctica lo que sucede es que está siendo utilizada como una manera de creación de dependencia económica por de las multinacionales respecto a los agricultores y, por otro lado, las dudas razonables que todavía existen en lo que se refiere a la salud, hacen que este asunto de los transgénicos no tenga en estos momentos la claridad que nos gustaría.

Así que mi consejo es que, si es posible, procuremos consumir productos locales, de cultivo ecológico y sostenible. Sé que a veces esto no es sencillo, pero la idea es hacer al respecto lo que a cada uno le sea buenamente posible. Y aunque el tema sea complejo, me gustaría también conocer tu opinión sobre él..

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