Siempre he creído que cuando caminamos por el llano todo el mundo anda más o menos bien, pero que cuando el sendero se pone cuesta arriba sólo unos pocos son capaces de seguir a buen ritmo. Igualmente, si la vida es rutinaria y apacible dará igual que estés un poco dormido, pero cuando las circunstancias se ponen difíciles entonces necesitarás estar lo más despierto y espabilado posible.
Por eso ahora no es momento para vegetar, ni para andar obnubilados con cantos de sirenas, sino es momento de despertar. Y no me estoy refiriendo a un concepto místico o religioso ligado a la iluminación; me refiero a algo más cercano, práctico y, por desgracia, infrecuente. Estoy hablando de la capacidad que tenemos los seres humanos para razonar, para cuestionar, para indagar y para llegar a nuestras propias conclusiones, independientemente de lo que nos cuenten otros.
Quizás no nos guste reconocer que eso a lo que llamamos realidad no es nada democrática. Toda la humanidad podría votar abolir la Ley de la Gravedad, pero eso no haría que los objetos cayesen hacia arriba. Durante siglos todos pensaban que el sol giraba alrededor de la tierra. Aristarco de Samos (siglo IV-III a.C) pensaba lo contrario. Nadie le hizo caso. Pasaron muchos siglos. Nicolas Copérnico (Siglo XV-XVI d.C.) retomó las ideas de Aristarco, pero su obra fue prohibida, incluyéndola en el Indice de los Libros Prohibidos. Posteriormente Galileo Galilei (Siglo XVI-XVII d.C.) volvió a reformular la Teoría Heliocéntrica, pero fue obligado a abjurar de ella frente al tribunal eclesiástico de la Inquisición. Pero… aunque todo el mundo pensaba lo contrario, ¿quienes llevaban razón, la mayoría del mundo (incluido todo el plantel de sabios y científicos de la época) o esos tres “locos” que llevaban la contraria todo el mundo? Te invitaría a que pensaras en ello y busques algunas analogías con lo que estamos viviendo actualmente.
No cabe duda que vivimos uno de los momentos más crudos, complejos y, en cierto modo, extraños, de la historia de la humanidad. Y no sólo en el ámbito sanitario, sino también en el terreno político, económico y social.
Se ha eliminado cualquier divergencia cercenando todo pensamiento que pretenda ser independiente o diferente a lo oficialmente aceptado, y esto a través del mayor mecanismo de censura mediática que jamás hayamos podido imaginar, creando una única corriente de opinión oficial con la consiguiente descalificación del que opine diferente. Nada más lejos del cacareado pluralismo democrático.
Se han recortado libertades que parecían incuestionables hasta ahora, eso sí, con el pretexto de que “es por nuestro bien”. Hemos vivido dos confinamientos que han sido declarados inconstitucionales. Ahora ¿quién nos devuelve esos días perdidos?
Se comenten verdaderas aberraciones en lo que se refiere a metodología científica manipulando los datos y forzando las estadísticas para intentar crear una realidad ficticia pero congruente con el relato oficialmente aceptado. Todo ello avalado por los “expertos de turno”, de los que desconozco sus ocultas intenciones o los movimientos de sus cuentas corrientes.
Pese a todo lo anterior mantengo la creencia de que en los momentos más complicados es cuando echamos mano de nuestros mejores recursos. Así que, toda crisis bien gestionada puede ser una magnífica oportunidad para crecer y para desarrollarse.
En Psicología Cognitiva se conoce como “Sesgo del Rebaño” a un error de pensamiento que nos lleva a admitir como verdad aquello que piensa la mayoría, simplemente porque es mayoría. Y también se conoce la llamada “Falacia de Autoridad”, que consiste en tomar como cierto algo que dice alguien al que hemos atribuido que posee autoridad y conocimiento sobre un tema (aunque diga una solemne tontería).
Os invito a que en estos momentos complicados evitemos ambas falacias recurriendo a una de las enseñanzas que Buda nos dejó en el Sutra Lankavatara, en el que nos dice “No creed las cosas porque las diga yo o porque tenga autoridad, sino escrutad las enseñanzas como un orfebre escruta el oro y, sólo después de haberlas comprobado, hacedlas vuestras”.
Estimula, pues, tu capacidad para desarrollar un pensamiento crítico, autónomo e independiente. Busca información más allá de los medios oficiales. Descubre y asume tus miedos limitantes al tiempo que generas el firme propósito de trascenderlos… tal vez una nueva realidad se abra ante ti.
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