Es un hecho indudable que vivimos en un ambiente altamente contaminado. Esto hace que aquellas personas interesadas en cuidar su salud procuren eliminar de sus vidas el mayor número posible de tóxicos, contaminantes ambientales y disruptores endocrinos.
Un ámbito especialmente importante que requiere una particular atención es el que se refiere a la alimentación. Desde hace ya algún tiempo, para dar respuesta a esta inquietud, surgió el concepto de “alimento ecológico”, que también se conocen con otros términos como “alimentos orgánicos”, “alimentos bio” o “alimentos eco”.
Los alimentos ecológicos se caracterizan por un medio de producción natural, respetando sus ciclos, y exentos de la utilización de productos químicos convencionales, tales como fertilizantes, pesticidas, herbicidas, hormonas, antibióticos, etc.
Estos alimentos “eco” o “bio” son cada vez más demandados por el público en general, aunque un factor limitante para el consumidor es que suelen tener un precio más elevado que su equivalente tradicional y, además, tampoco se encuentran disponibles en todos los canales habituales de distribución, de tal manera que para adquirirlos a veces tienen que desplazarse hasta comercios o tiendas especializadas.
Los productos “bio” o “eco” pueden ser de origen vegetal (frutas, verduras, cereales, etc.) o de origen animal (miel, leche, huevos, carne, pescado, etc.). Hay que aclarar que el “pescado ecológico” es el proveniente de piscifactorías con una alimentación y condiciones controladas. El pescado que se obtiene de la pesca en mar abierto se le denomina “salvaje”.
A avista de todo lo anterior, surge una pregunta evidente, ¿realmente ofrecen alguna ventaja los productos“eco” o “bio” respecto a los demás alimentos no etiquetados con esta denominación?
Si quisiéramos enumerar algunas de las ventajas que aporta el consumo de estos productos señalaría las siguientes:
1.- Disminución de restos de substancias potencialmente tóxicas y nocivas para nuestra salud, ya que se elimina el uso de “venenos” para las plagas que también son perjudiciales para los humanos.
Un punto controvertido es que para conseguir un producto libre de tóxicos no basta sólo con que el agricultor evite añadir plaguicidas o fertilizantes industriales, ya que si se está cultivando sobre una tierra contaminada o regándose con aguas que pudieran tener restos de productos no deseables, las plantas absorberían igualmente dichos productos. Con esto hay que tener un especial cuidado, y no siempre se tiene en cuenta.
2.- Algunas características nutricionales son diferentes. Según parece, los vegetales cultivados de forma ecológica suelen contener una mayor cantidad de antioxidantes que sus homólogos convencionales. Es de reseñar la aparición de algunas substancias especiales como los Salvestroles (producto antioxidante y con capacidad anticancerígena) de las frutas, que se da en los productos ecológicos y no en los demás.
Respecto a las carnes, las ecológicas suelen tener un menor contenido graso en favor de una mayor proporción proteica, además de estar exentos de hormonas y otros medicamentos en su composición.
3.- Los productos ecológicos poseen mejores cualidades organolépticas. Aunque el aspecto en general no es tan bonito, el olor y el sabor suelen ser muchos más potentes y auténticos.
4.- Respetan los ciclos naturales en lo que se refiere al proceso de crecimiento y maduración. Su producción es sostenible, ya que sigue la forma tradicional de cultivo y de cría de ganado con especial atención al respeto y cuidado del medio ambiente.
Por todas estas razones, siempre que sea posible y nuestra economía nos lo permita, es aconsejable el consumo de alimentos de producción ecológica y sostenible.