¿Tiene sentido mi vida? ¿Quién no se ha hecho esta pregunta en alguna ocasión?
Por lo que he escuchado referir a muchos pacientes a lo largo de mi vida, plantearse dicha cuestión les supone una cierta inquietud y desazón porque, muchas veces, lo que descubren cuando observan con atención no les gusta en absoluto. Me dicen que prefieren no pensar en ello y seguir con su vida sin mas. La frase que repiten es “si pienso mucho me agobio”.
Pero hay otro grupo de personas que no dudan en lanzarse a la aventura de indagar en el sentido de su vida. Son aquellos que prefieren vivir mejor o alcanzar un cierto grado de bienestar o felicidad en lugar de continuar viviendo en “piloto automático”.
Es por eso que me gustaría proponerte algunas reflexiones que te ayudan a descubrir el sentido de tu vida.
EL SENTIDO DE MI VIDA REAL Y EL SENTIDO IMAGINADO
Hay quienes creen que el sentido de su existencia lo conocerán a través de largas y sesudas reflexiones y meditaciones, pero esto es un error, porque el sentido concreto de la vida es de las respuestas menos teóricas y más concretas que existen, Diariamente experimentamos, muchas veces sin saberlo, y en primera persona, el SENTIDO REAL de nuestra vida.
Con frecuencia confundimos el sentido de la vida real con el sentido imaginado. Solemos pensar que el sentido de la vida humana es algo genérico ya que abarca a toda la especie humana, una cuestión que han de resolver filósofos, teólogos, etc., y que solo interesa a nuestra mente especulativa. Pero esto no es así, ya que el sentido propio y particular que tiene la vida de cada persona concreta se determina mediante una fácil ecuación: el SENTIDO REAL de tu vida lo descubres cuando observas aquello en lo que inviertes tu tiempo y tu energía. Ese, te guste o no, es el SENTIDO REAL de tu vida, por tanto no es nada etéreo o especulativo sino algo muy práctico, cercano y real.
La sensación de desazón que acompaña de forma constante a muchas personas puede que se deba a que normalmente no diferencian entre lo que es el SENTIDO REAL de su vida y aquel otro sentido imaginado, deseado, genérico o fantaseado, o también pueda deberse a que cuando se enfocan y descubren su SENTIDO REAL no les gusta lo que encuentran.
¡SI NO TE GUSTA LO QUE ENCUENTRAS, CAMBIA!
Entonces, cuando tomas consciencia del SENTIDO REAL de tu vida, surge otra pregunta en tu interior, ¿es esta la vida que quiero vivir?
Si la respuesta es afirmativa, entonces sigue adelante por la misma dirección que hasta ahora. Pero si la respuesta es no, entonces deberías plantearte realizar algún tipo de cambio, porque si continúas viviendo de una forma que no te gusta sólo conseguirás una vida alienada y poco significativa.
En el supuesto de que te decidas a realizar los cambios necesarios en tu vida, te propongo tres cuestiones que pueden ayudarte a realizarlos:
1.- DEBES BUSCAR LAS HERRAMIENTAS APROPIADAS. Muchas veces queremos hacer algo pero no sabemos cómo. Lo más frecuente es que nos falten recursos, planificación o ejemplos a seguir. Por eso es fundamental que te enfoques en incorporar en tu vida ciertas herramientas necesarias parea realizar apropiadamente los procesos de cambio. También necesitarás un método de trabajo lo suficientemente preciso y que te permita organizar la secuencia de los cambios que quieres realizar. De todo ello trata la Sofrodynamia® (puedes leer más sobre este método en otros artículos del blog).
Esta metodología te proporcionará aquellas herramientas y recursos que todos necesitamos para establecer cambios vitales relacionados con el proceso de crecimiento y desarrollo humano.
2.- ES IMPRESCINDIBLE CUESTIONAR TU MODELO DEL MUNDO, ASÍ COMO TUS CREENCIAS. Este es el primer punto del Entrenamiento Sofrodynámico.
Cuestionar y cambiar algunas de nuestras creencias más habituales podría ser especialmente importante. También resultará substancialmente útil incorporar otras nuevas creencias que nos ayuden a ser más creativos o que funcionen de una forma más operativa en nuestro modelo del mundo, como por ejemplo “confiar en que la vida nos ofrece los medios para encontrar la felicidad”. En ciertas tradiciones religiosas, dicha afirmación, se relaciona con la noción de esperanza.
3.- DESARROLLAR LA “TRIPLE CONFIANZA”. Hemos de confiar en que la vida es generosa y que de una forma u otra vamos a recibir lo que necesitamos. Esto implica tres tipos distintos de confianza:
a) La confianza en que nuestra existencia tiene un sentido. Es decir, la confianza de que somos SERES SIGNIFICATIVOS.
b) La confianza en que el sentido de mi vida puede ser encontrado y que, por tanto, hemos de ponernos manos a la obra para ser DESCUBRIDORES de dicho sentido.
c) Y, por último, la confianza en que con el esfuerzo apropiado encontraremos los mejores instrumentos para conseguir lo anterior. A esto lo podríamos llamar LA CONFIANZA DEL CORAZÓN.
Pero lo más normal es que no vivamos desde la confianza, sino que experimentemos es una cierta insatisfacción, un sentido de incompletud que suele vivirse como una cierta angustia difusa, apatía o sinsentido del que muchas veces desconocemos su origen.
Como dije anteriormente, es plausible que en el origen de dichos sentimientos se encuentren el hecho de que el SENTIDO REAL de tu vida no coincida con el sentido imaginado. Por eso, contactar conscientemente con el SENTIDO REAL y comenzar a establecer las correcciones necesarias para cambiar de rumbo, es algo imprescindible para alcanzar una vida armónica y saludable.
Si algo de lo que has leído resuena en tu corazón, es el momento de ponerte manos a la obra y de compartir tu experiencia, para que también sirvas de luz a quienes todavía andan perdidos en el laberinto de sus cavilaciones.

Muchas gracias por esta reflexión tan inspiradora.
M. Carmen Varela