La importancia del agradecimiento diario: clave para la felicidad

Si fuésemos capaces de acercarnos a los acontecimientos cotidianos desde una mirada de agradecimiento, estoy convencido que seríamos bastante más felices de lo que imaginamos. 

Vivimos en una sociedad en la que no siempre somos agradecidos. A pesar de todos los bienes materiales y de todas las comodidades de las que gozamos en estos momentos, podría decirse que, en general, no experimentamos proporcionalmente la sensación de agradecimiento que correspondería a nuestra situación.

El agradecimiento es una actitud que surge del corazón y que consiste en un darse cuenta de todos aquellos bienes y cuidados (materiales y no materiales) que recibimos cada día y dar gracias por ello. Pero más allá del agradecimiento por estos bienes, se encuentra el agradecimiento a la vida misma y al hecho de sentirse vivos, con todo lo que ello implica.

Además, por los que hoy sabemos, el agradecimiento es también una potente medicina cuyos efectos trascienden el ámbito psicológico o emocional incrementando el bienestar, sino que también repercute incluso en la dimensión biológica de la persona, disminuyendo los niveles de cortisol y mejorando la función cardiocirculatoria, entre otras.

Agradecer algo no es una mera transacción comercial (te agradezco porque me das lo que he pedido) sino que surge de la gratuidad. En los países más ricos el dinero parece ser la medida de casi todas las cosas, “pago, luego exijo”, podría decirse que es la creencia dominante. Así, para muchas personas, la vida se ha transformado en una especie de sucesión de transacciones comerciales más que en una experiencia personal y dinámica repleta de intercambios emocionales entre distintos seres humanos. 

La mayoría de las personas estamos acostumbrados a pagar por casi todo y, por tanto, nos consideramos sujetos subsidiarios de un cierto derecho sobre aquello que sufragamos con nuestro dinero. Esto, que en términos comerciales es perfectamente lícito y válido, a nivel personal acaba generando una tendencia en nuestra mente que nos induce a no agradecer lo que recibimos, ya que lo pagamos. El bienestar económico, si no va acompañado del bienestar interior, no basta para conseguir la satisfacción y la plenitud que anhelamos.

Este enfoque comercial de la existencia no nos ha hecho más felices. Podemos pagar por un bien o por un servicio, pero no pagamos con dinero la amabilidad, la dedicación o el cariño de quienes nos lo proporcionan.

Un ejemplo de lo anterior lo encontramos en la prensa cuando leemos testimonios de los pacientes agradecidos tras haber estado ingresados en algún hospital. Normalmente hacen referencia al trato humano, al interés y al desvelo de los cuidadores, o al modo en el que otras personas se preocuparon por su salud. Es curioso que no se mencione que el material usado fuese moderno, ni que las pruebas realizadas se hubiesen llevado a cabo con aparatos de última generación, sino que lo que se agradece es el modo en el que se han comportado los cuidadores y la presencia, siempre necesaria, de una persona dispuesta a escuchar y a consolar en momentos de dificultad o dolor. 

Cosas como estas nos indican que todavía no hemos perdido definitivamente la capacidad para agradecer, incluso es posible encontrar otros muchos ejemplos a nuestro alrededor. Experimentar el agradecimiento es como plantar una semilla de esperanza en un mundo convulso. 

A propósito de todo lo dicho, te propongo una especie de ejercicio para ir despertando  el agradecimiento a través de “la mirada del corazón”:

1.- OBSERVA en tu vida diaria todo aquello que posees y a lo que no solemos dar valor (agua corriente, ropa, comida, etc.). Recuerda que el simple hecho de tener agua, y que esta pueda ser fría o caliente, es mucho más de lo que poseen miles de millones de personas del planeta en estos momentos. Una vez has tomado consciencia de ello, agradece disponer de esos bienes.

2.- TRATA DE DESCUBRIR en lo cotidiano algunos ejemplos de la amabilidad que los demás tienen hacia ti, y procura devolver dicha amabilidad con aquellos que te rodean.

3.- NO TE OLVIDES de dar las gracias a los demás cada vez que recibas algo de ellos, aunque consideres que has pagado por recibirlo.

Tal vez, el desarrollo del agradecimiento nos haga ser mejores personas y contribuya a dejar nuestro granito de arena para mejorar este mundo.

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