Nuestro cerebro es un órgano bastante especial y, en cierto modo, podríamos decir que misterioso, pero si algo tenemos claro es la necesidad de cuidarlo todo lo que podamos porque de su correcto funcionamiento dependerá el modo en el que conocemos el mundo y experimentamos la realidad.
El estilo de vida apresurado, lleno de estrés, radiaciones electromagnética, desconectado de la naturaleza y en contacto permanente con infinidad de substancias tóxicas, hace que nuestro cerebro se vea permanentemente sometido a la exposición de una gran cantidad de agentes, tanto físicos, químicos, biológicos o psicológicos, que lo irritan y perturban hasta producir un daño, a veces irreparable. Sigue leyendo