Nuestro cerebro es un órgano bastante especial y, en cierto modo, podríamos decir que misterioso, pero si algo tenemos claro es la necesidad de cuidarlo todo lo que podamos porque de su correcto funcionamiento dependerá el modo en el que conocemos el mundo y experimentamos la realidad.
El estilo de vida apresurado, lleno de estrés, radiaciones electromagnética, desconectado de la naturaleza y en contacto permanente con infinidad de substancias tóxicas, hace que nuestro cerebro se vea permanentemente sometido a la exposición de una gran cantidad de agentes, tanto físicos, químicos, biológicos o psicológicos, que lo irritan y perturban hasta producir un daño, a veces irreparable.
Obviamente, surge en nosotros la necesidad de proteger a este órgano tan delicado de la exposición a las toxinas antes mencionadas y aparece, pues, la noción de “neuroprotección”.
¿Qué entendemos por un neuroprotector?
Pues los neuroprotectores son substancias que, como su nombre indica, ayudan a proteger al cerebro de la acción de los agentes que lo atacan, previniendo, retrasando o amortiguando los efectos neurodegenerativos que aparecen debido a dichos factores.
Existen diversas categorías de neuroprotectores, y cada vez la investigación va añadiendo nuevos productos, de tal manera que la lista de ellos va ampliándose progresivamente. A continuación citaré algunas substancias que hoy día son de las más utilizadas:
- DHA (Ácido Docosahexanoico). Es un ácido graso poliinsaturado de cadena larga, perteneciente a la familia de los omega-3. Es la “grasa constructora del cerebro”, constituyendo un 25% de la grasa en el cerebro de los humanos. Es fundamental para la construcción de las membranas celulares. El DHA mejora la actividad eléctrica neuronal y mejora el flujo sanguíneo cerebral. También es una substancia importante para el aprendizaje y la memoria en las personas mayores. Hoy día sabemos que es crítico en el desarrollo del cerebro infantil. El hecho de que se encuentre en la leche materna da un mayor valor a la lactancia natural. También se encuentra en los pescados grasos y huevos de alta calidad biológica. Según el Profesor Stein, Profesor de Fisiología de la Universidad de Oxford, la inclusión de los aceites de pescado en la dieta humana fue una de las substancias claves en el desarrollo evolutivo y cognitivo del cerebro.
- El Ácido alfa lipoico: Es un antioxidante intra y extracelular.. Restaura la descomposición mitocondrial y repara el daño oxidativo. Además restablece los niveles de vitamina C y vitamina E. Según la Natural Medicines Comprehensive Database (La Base Exhaustiva de Datos de Medicamentos Naturales) podría retardar la disminución de la habilidad para pensar en las personas con diferentes tipos de demencia.Podemos encontrarlo en las espinacas, el brécol y otras verduras cruciferas, la carne de vaca y levadura de cerveza.
- Acetil-L carnitina: Es un ester del aminoácido L-carnitina. Actúa quemando grasas en la mitocondría. También restaura la descomposición mitocondrial y repara el daño oxidativo. Estimula la síntesis de acetilcolina y favorece la síntesis de proteinas en las membranas celulares. Parece ser una substancia clave para evitar la muerte excesiva de las neuronas. Además podría favorecer la producción de ciertos factores de crecimiento neuronal. El aporte de esta substancia, podría mitigar las consecuencias neurológicas de la isquemia cerebral. Podemos encontrarla en la carne, pescado, aves y productos lácteos.
- Fosfatildilserina: Es un fosfolípido que permite que las membranas celulares se encuentren flexibles y listas para procesar nutrientes esenciales. Aumenta la memoria y la concentración, y ayuda al cerebro a utilizar la glucosa de forma adecuada. Reduce las crisis convulsivas en la epilepsia y ayuda a mejorar los trastornos cognitivos de ciertas enfermedades neurodegenerativas. Podemos encontrarlos en las vísceras, semillas de soja fermentadas, pollo, ternera, mariscos, alubias blancas y col.