El Gynkgo biloba es un árbol originario de China que puede llegar a vivir hasta un milenio. Tiene un gran porte y su altura puede llegar incluso a los 35 metros. Este árbol ha resistido con firmeza el paso de los años, siendo una de las especies vivientes más antiguas que existen en el mundo, ya que se encontraba presente hace 250.000 millones de años en la era Mesozoica, por lo que se dice de él que es un “fósil viviente”.
Se viene utilizando terapéuticamente desde hace siglos, especialmente en la medicina China, aunque hoy día se ha incorporado a la moderna farmacopea debido a los numerosos estudios que avalan su eficacia en el campo de la salud, siendo la circulación en general, el sistema nervioso y el aparato respiratorio sus principales dianas.
Sus hojas son ricas en gynkgoflavoglicósidos y lactonas terpénicas que le confiere una gran eficacia para aumentar la circulación periférica y central, mejorando la irrigación de todos los tejidos y sobre todo del cerebro, por lo que ha sido frecuentemente recomendado en personas de la tercera edad, debido a que incrementa la oxigenación cerebral mediante la producción de ATP. No obstante, existen discrepancias al respecto acerca de su utilidad o no en el campo de la geriatría.
El extracto de Gynkgo actúa normalizando el tono venoso con una acción venoconstrictora, y ayuda a mejorar la microcirculación, tanto arterial como venosa, reforzando la vasorregulación del sistema simpático. Favorece la liberación de los factores relajantes del endotelio y de prostaciclina
Posee, también un efecto antiagregante plaquetario, lo cual disminuye el riesgo de padecer trombosis.
Estudios recientes han demostrado beneficios en el tratamiento de la fibrosis pulmonar.
No debe usarse en mujeres embarazadas y habrá que tener precaución en su uso en pacientes que estén tomando anticoagulantes o antiagregantes plaquetarios.
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