Entre la autoexigencia y la laxitud

Ofrenda de Sujata

Sidharta rompe su extremo ascetismo cuando descubre «el camino medio»

Existen dos tipos de posturas en la vida que suelen acarrear más problemas que beneficios. Una de ellas es el exceso autoexigencia, la otra la ausencia de voluntad para cumplir cualquier obligación, lo que podríamos denominar laxitud extrema.

Los primeros suelen ser personas cumplidoras, con frecuencia exitosas en lo que a nivel profesional se refiere, ya que se imponen metas que debido a su fuerza de voluntad suelen alcanzar, pero posteriormente, esa misma exigencia que les hizo triunfar en sus estudios o en su profesión, se vuelve contra ellos en el aspecto emocional y suelen claudicar víctimas del estrés, ansiedad, sensaciones de culpabilidad, etc. llevándoles al sufrimiento psíquico y a diversas patologías psicosomáticas.

Por otro lado, las personas que carecen de la voluntad y disciplina necesarias para afrontar de manera exitosa cualquier reto, suelen generar bastantes problemas en quienes le rodean. Son los famosos “ninis”, ni estudian, ni trabajan, que tanto abundan en estos días. Pero esta aparente felicidad que suelen manifestar, no es más que una máscara, ya que en el fondo esconden una gran frustración y un complejo de inferioridad cuando se comparan con los amigos de la infancia que han logrado algo en la vida.

Su fachada de despreocupación es sólo un parapeto que oculta su profunda infelicidad.

¿Cual sería la solución a estas dos actitudes?

Hace unos meses tuve la oportunidad de visitar un lugar cercano a Bodhgaya, a orillas del río Neranjara.

Un lugar en el que, según la tradición budista, Sidharta Gautama recibió una ofrenda de arroz y leche  de manos de la joven Sujata, y que, al aceptarla, rompió su extremo ascetismo para encontrar la vía que le llevaría posteriormente a la iluminación.

El todavía asceta Sidharta había llegado a un estado de extrema debilidad debido a sus prolongados ayunos, en el intento de alcanzar la iluminación. Tal fue así que estuvo apunto de morir ahogado al cruzar el río.

Pensó Sidharta, “si no tengo fuerzas para cruzar un río, ¿cómo podré tenerlas para alcanzar la iluminación?”

Momentos después pasó una barca en la que un maestro de música le indicaba al alumno, “recuerda, si tensas mucho la cuerda se partirá, pero si la dejas floja no sonará”.

Al oír esto Sidharta comprendió que no podía seguir en el extremo ascetismo, de la misma manera que tampoco debería caer en la laxitud extrema, sino que lo que él se encontraba buscando se hallaba en “el camino medio”, nombre con el que después se conocería el budismo.

Esta historia nos muestra el modo en el que las actitudes extremas, a menudo, nos crean más problemas que los que tratamos de evitar.

En la práctica, tanto el autoexigente como el laxo, viven atrapados en su propia concepción del mundo.

La autoexigencia

Si tensas demasiado, mas tarde o más temprano se romperá

El primero tensa demasiado la cuerda y en algún momento se rompe. El segundo la tensa tan poco que no llega a sonar.

¿Cómo afinar adecuadamente nuestro instrumento para que cada uno de nosotros interpretemos la melodía vital que hemos venido a ofrecer al mundo?

He aquí un reto que merece la pena atender.

Y el modo de comenzar a afrontarlo es tomar consciencia de las creencias limitantes que pueblan nuestro modelo del mundo y, posteriormente, tener el valor y la disciplina de cambiarlas por otras creencias más potenciadoras que nos permitan cumplir nuestros objetivos vitales.

¿Cómo de tensa está tu cuerda?

Un pensamiento en “Entre la autoexigencia y la laxitud

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