Aprender a envejecer

envejecer

Aprender a envejecer es una oportunidad para mejorar nuestra vida

¿Cuantos años os gustaría vivir? Posiblemente muchos, pero sabiendo que más que la cantidad es la calidad de los mismos lo que marca la verdadera diferencia entre una vida significativa respecto a otra que no lo es.

Es curioso como algunas personas consideran un mal día la fecha de su cumpleaños, ya que les recuerda que son un año más mayores. Lo curioso es que lo que en principio debería ser un momento para celebrar la vida, hay quienes lo convierten en un tiempo para la infelicidad.

Por suerte, la mayoría de quienes conozco les gusta cumplir años y celebrarlo con sus familiares y amigos. Yo me encuentro entre ellos.

En nuestra moderna sociedad en la que, según parece, todo ha de mantenerse eternamente joven, aspectos como el envejecimiento y los signos acompañantes, como las arrugas, flacidez, pérdida de cabello,etc., no son demasiado bien acogidos.

Tal vez por eso los tratamientos ofertados por la Medicina Estética cada día cuentan con un número mayor de usuarios. En general, dichas personas pretenden eliminar arrugas faciales, manchas cutáneas, reconstruir mamas, esculpir abdomen, reconstruir zonas genitales etc. Lo cual en principio no tiene nada de malo, es más, creo que pueden beneficiar a ciertas personas.

El asunto no es lo que se hace, sino la motivación que les impulsa a llevarlo a cabo.

Porque querer disfrutar del modo en el que envejecemos de la forma mejor posible es bastante legítimo y lógico. Es el objetivo de la llamada Medicina Antiaging. Pero creer que la silicona, la toxina botulinica o el ácido hialurónico, entre otros muchos productos, son el eje central de la vida, es otro planteamiento bien distinto.

La búsqueda de la belleza de lo que a “la fachada” se refiere con mucha frecuencia es inversamente proporcional al esfuerzo que estas mismas personas realizan para buscar la belleza en su interior.

Vivimos en una sociedad superficial en la que no está de moda el envejecimiento. De hecho, hoy día está mal visto utilizar la palabra viejo, y en ciertos ambientes se considera como un insulto. Para nombrar a una persona de edad avanzada se utilizan otros eufemismos  tales como tercera edad, nuestros mayores, etc.

Para entender mejor estos aspectos y, sobre todo, el modo en el que nos dañan, creo que leyendo la biografía de Buda podemos encontrar pasajes ciertamente reveladores.

En uno de ellos nos muestra como el joven príncipe Sidharta, tras salir de palacio para conocer el mundo, tuvo tres acontecimientos relevantes que cambiaron radicalmente su vida, el encuentro con la vejez, la enfermedad y la muerte.

Años después, una vez hubo alcanzado la iluminación, transformado ya en Buda, quiso enseñar a los demás seres las causas del sufrimiento y el modo en el que podemos salir de él.

anciano maestro

Alcanzar la ,maestría en algo requiere de la práctica mantenida en el tiempo

Resumiendo mucho toda su doctrina, llegamos a entender qué es la ignorancia y qué es el apego, dos de los principales venenos mentales que sirven de base a mucho de los sufrimientos de los seres humanos.

Cuando contemplo el modo en el que nuestra sociedad aborda asuntos vitales como el caso del envejecimiento, y observo el modo en el que dicha visión hace sufrir a las personas, no puedo menos que acordarme de las enseñanzas del sabio maestro, puesto que encuentro en ellas que son la ignorancia y el apego quienes mantienen esta situación de sufrimiento humano.

La ignorancia respecto a quienes somos, a cuál es nuestra naturaleza y donde reside nuestro verdadero valor. Dicha ignorancia nos aleja de nuestra esencia y genera mucha frustración.

El apego a una imagen juvenil que queremos retener a toda costa, sin entender lo que significa la impermanencia y el cambio, se transforma en otra poderosa causa de sufrimiento.

Tal vez por eso, aprender a envejecer se puede enfocar como una magnifica oportunidad para conocernos mejor y, también, para practicar el desapego y la impermanencia.

Cumplir años debiera hacernos mas sabios, flexibles y tolerantes, y no más caprichosos o infelices.

Mirar atrás para agradecer todo lo vivido y todo lo aprendido, y mirar hacia delante con la alegría de todo lo que nos queda por aprender, es la mejor actitud para llenar de vida y de significado los años que nos quedan por vivir.

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