Asustar a la gente ha resultado y sigue resultando rentable en numerosas ocasiones. Recuerde que gran parte de la población se mueve más por el miedo a la enfermedad que por los beneficios de vivir saludablemente. A veces se nos olvida que vivir tiene su riesgo. Si todavía no te has enterado, deberías pensar en ello, porque, respecto a la posibilidad de enfermar y morir, no existe el riesgo cero. El budismo tradicional nos enseña que “la vida humana es tan frágil como la luz de una vela sometida a una corriente. En cualquier momento se puede apagar”. Vivir de espaldas a esta realidad no nos hace invulnerables, sino que incrementa nuestra fragilidad.
El mecanismo para fabricar el miedo es muy sencillo y funciona con macabra perfección. Primero se procura asustar a la población resaltando los peligros de tal o cual cosa, y utilizando para ello todos los medios de comunicación disponibles: prensa, radio, televisión y redes sociales. Cuando el nivel de miedo en la sociedad se eleva suficientemente, entonces propones un remedio para evitar o disminuir el riesgo de padecer una enfermedad o de morir por esa causa. Una vez hecho esto, el éxito está servido. El público temeroso de sufrir las anunciadas consecuencias, comprará al precio que sea la supuesta salvación. Para ilustrar lo anterior, me gustaría explicarles cómo funciona el tema del miedo y los beneficios farmacéuticos, con un par de ejemplos sobre asuntos que la mayoría reconocerá.
Por un lado, hace años, cuando en un colegio se detectaba un alumno con VIH, los padres se movilizaban para que lo apartaran del contacto con sus hijos por miedo al contagio. Inmediatamente, la dirección del colegio, junto con representantes de la Delegación de Salud y algún otro técnico, informaba a los padres mediante la oportuna asamblea, que sus hijos no corrían ningún peligro porque el riesgo de contagio era prácticamente inexistente y no había casos descritos en el mundo de este tipo de contagio. Todo ello era cierto. Sin embargo, cuando se trataba de la Hepatitis B, esos mismos representantes alertaban del enorme peligro de contraerla en el medio escolar, y declaraban a los profesores como personas de alto riesgo, con la consiguiente indicación de vacunarse para prevenir consecuencias.
Lo realmente curioso del caso es que el VIH y la Hepatitis B, comparten los mismos mecanismos de transmisión, lo cual significa que la posibilidad de contraerla en la escuela es la misma. Entonces, la pregunta parece obvia: ¿Si, como decían las autoridades, el VIH no presenta ningún riesgo de contagio en el medio escolar, cómo es que declaran persona de alto riesgo a los maestros respecto a la hepatitis B, teniendo en cuenta que, como dije antes, el mecanismo de contagio es el mismo? Cuando he preguntado esto a mis colegas, nunca han sabido qué responderme. Pero la respuesta es muy sencilla: para la Hepatitis B hay vacuna (por tanto es rentable alarmar), pero para el VIH, no, con lo cual hay que minimizar la alarma, no sea que cunda el pánico entre los padres y nos compliquen el curso escolar.
Otro ejemplo. ¿Se acuerdan de lo que pasó con la Gripe A? La tomadura de pelo fue soberana, como todos hemos comprobado con posterioridad. En el año 2009, el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España, argumentando que lo hacía como prevención, compró varios millones de dosis de Tamiflú al laboratorio Roche, por un valor de unos 40-50 millones de euros. Si tenemos en cuenta que otros muchos países hicieron algo parecido al nuestro, no cabe duda que la famosa epidemia de Gripe A fue un buen negocio para algunos. Lo que resulta curioso es que en esas fechas el laboratorio Roche pasaba muchas dificultades financieras. Hoy día no ¿Me pregunto si usted llamaría a esto casualidad? Yo, si le soy sincero, no. Hoy día las dosis almacenadas de Tamiflú (pues nunca se utilizaron) han caducado, por lo que habrá que tirarlas. Por cierto, el Tamiflú, tal como han demostrado diversos estudios científicos, apenas sirve para nada, ya que no incide en la gravedad, ni en la mortalidad de los pacientes con gripe.
Además de lo anterior, también se compraron a las compañías Novartis y GlaxoSmithKline (GSK), 37 millones de dosis de vacunas de la gripe, por importe de 266 millones de euros ¿Recuerda usted en qué quedó lo de la gripe A? Pues sí, ya lo dije antes, en tomadura de pelo.
No quisiera que de la lectura de lo anteriormente expuesto se sacaran conclusiones erróneas tales como: da igual lo que hagas, o que no hay que tomar precauciones para prevenir los riesgos para la salud o que las epidemias reales no representan un peligro. No estoy diciendo nada de eso. Quiero afirmar, sin lugar a dudas, que es importante conocer y poner en práctica todo aquello que podemos hacer para vivir más saludablemente. Soy un ferviente defensor de la promoción de la salud, de la educación para la salud y de poner en marcha todos aquellos mecanismos que minimicen los riesgos sanitarios de la población, tomando para ello las medidas oportunas. Pero esto no debe confundirse con el hecho de que las grandes corporaciones farmacéuticas nos tomen el pelo mañana, tarde y noche, con el beneplácito de ciertos estamentos políticos y científicos bien remunerados, y amplificados por los medios de comunicación sensacionalistas que muchas veces buscan más la noticia espectacular que la pura verdad.
Así que puedes elegir entre promocionar la salud y trabajar en ello, o temer a la enfermedad escuchando ciertas voces interesadas. Y para poder elegir con criterio es importante una información adecuada y una capacidad crítica de análisis, para no caer en las trampas que continuamente nos tienden los especuladores de la salud y los promotores del miedo.
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