Me reconozco una persona con suerte, pero no en los juegos de azar que no me han tocado nunca, sino por las personas que he podido encontrar a lo largo de mi vida. Yo entiendo la vida como un triple encuentro. El primero con nosotros mismos a través del autoconocimiento. El segundo con los demás mediante nuestra acción en el mundo y el intercambio emocional; y el tercero con el aspecto trascendente de la existencia que nos abre a la dimensión espiritual del ser.
Hoy quiero agradecer todos los encuentros vitales con aquellas personas que han me han dejado su huella, a saber: mi familia, mis amigos y mis maestros. Gracias a ellos soy mejor persona y me proporcionan un enseñanzas y ejemplos a seguir en el camino de la vida.
Pero en especial quiero mostrar mi agradecimiento por el encuentro, hace casi cincuenta años, con un amigo y maestro que recientemente ha partido de este mundo y continúa su evolución en el universo de la consciencia, mi amigo Alfonso Queipo de Llano.
Fue en el ámbito del baloncesto donde nos encontramos. Yo apenas un adolescente y él todo un reconocido y admirado entrenador. A lo largo de este tiempo hemos tenido momentos más cercanos y otros más distantes, pero Alfonso era de esa clase de amigos con los que siempre te encuentras igual de cómodo y cercano sin importar ni el tiempo ni la distancia.
Pocas personas he conocido con su vitalidad, capacidad de entrega, entusiasmo, generosidad y disponibilidad. Siempre adelante a pesar de las dificultades, supo como nadie construir una sólida y admirable familia así como numerosos grupos de amigos de los más diferentes ámbitos, tanto deportivos, como culturales y sociales. Expresivo en sus formas y discreto en su generosidad, fue en todo momento el apoyo y el consuelo de quienes buscaban su ayuda tanto en lo material como en lo emocional.
Alfonso ha sido una persona que ha dejado una profunda huella en quienes lo conocimos y que me invita a imaginarlo como un gran árbol nutricio a cuya sombra hemos reposado y de cuyos frutos muchos nos hemos nutrido. Supo sembrar en abundancia y a su partida nos ha dejado una gran cosecha.
En algunos talleres que he impartido he hablado acerca de la Vida Significativa y he puesto el siguiente ejemplo: una vida es significativa cuando eres capaz de mirar hacia atrás y sentir satisfacción por todo lo realizado.
Amigo Alfonso, allá donde estés, ¡gracias por tu ejemplo de Vida Significativa!
Preciosas palabras, desde el cariño y la verdad, llenas de agradecimiento. Muchas gracias Armando, por tu generosidad y por compartir tu mensaje.
Gracias a ti por tu comentario