Muchas personas lo desconocen, pero es el mundo de los valores el motor que guía sus actos y matiza sus acciones, muchas veces de forma no consciente. ¿Te has planteado alguna vez cuáles son tus valores más profundos, aquellos que te definen como persona?
Descubrir nuestros valores es fundamental para mantenernos con una buena salud emocional, por esto es importante hablar de este tema. Pero podemos abordarlo desde distintos puntos de vista. Hay un modo de enfocarlos de forma teórica y también existe un punto de vista eminentemente práctico.
Si quieres saber qué es lo realmente valioso para ti, no hace falta que te encierres a meditar mucho tiempo, ni tampoco que realices extensas o profundas cavilaciones al respecto, simplemente observa tu día a día y sabrás a qué le estás dando importancia y a qué no. Observa aquello a lo que dedicas tiempo y esfuerzo y descubrirás qué es lo que en verdad es “valioso” para ti, más allá de cualquier otra especulación filosófica. Pero es posible que no te guste lo que observas porque mentalmente tienes otra idea a propósito de los valores. ¿Qué hacer en este caso?
Entendemos por valor algo que merece la pena y que, por tanto, es significativo para nosotros, de ahí su nombre. Un valor es algo por lo que estamos dispuestos a luchar y a dedicar tiempo y esfuerzo, algo por lo que somos capaces de poner toda la carne en el asador. Según Bernabé Tierno, valor: «Es aquello que hace bueno a las cosas, aquello por lo que las apreciamos, por lo que son dignas de nuestra atención y deseo».
Para Victor Frankl, existe un reino de los valores al que no se accede por el conocimiento racional o sensitivo, sino por la vía de la intuición emocional. El descubrimiento de estos valores son los que nos ayudan a encontrar el «sentido» de nuestra existencia. Para este autor, en el ser humano, el sentido de nuestra existencia no es algo conferido, sino algo descubierto.
A efectos prácticos es el propio individuo quien imputa o atribuye el valor a las cosas. Por eso, para una persona algo puede ser muy valioso pero para otra puede que no lo sea en absoluto.
En Sofrodynamia® abordamos el mundo de los valores desde un punto de vista psicológico, es decir, desde un enfoque diferente de lo que sería el punto de vista ético o moral, y no porque esto último no resulte importante sino porque el ámbito de nuestro trabajo es otro distinto.
A nivel del abordaje sofrodynámico nos interesa conocer cuáles son nuestros valores y para ello es conveniente aprender a explorarlos con la finalidad de hacer más congruente los comportamientos orientados a las metas que queremos conseguir. También nos interesa conocer cómo funcionan y qué repercusiones tienen en la vida diaria.
Una distinción importante es establecer la diferencia entre lo que serían valores ideales respecto a los verdaderos valores reales, que son aquellos que se encuentran conectados con nuestro forma habitual de estar en el mundo.
Un aspecto destacable con relación a los valores es lo que sucede cuando acontecen situaciones impactantes desde el punto de vista emocional. En estos casos suele acompañarse de un cambio en los valores. Así, la pérdida de un familiar o un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad grave o incurable, un accidente de cierta magnitud, etc., son situaciones en las que las personas pueden cambiar su escala de valores y con ello el rumbo de su vida.
Cuando lo que hacemos en la vida diaria se encuentra conectado con el mundo de los valores, solemos encontrar placer y satisfacción, por muy dura que sea la tarea. Por el contrario, cuando nos entregamos a tareas que, aun siendo relevantes económica, social o académicamente, no nos tocan en lo más profundo de nuestro ser, cualquier esfuerzo nos resulta vano, tedioso o con escaso sentido.
Descubrir y dar respuesta a nuestros verdaderos valores puede ser una fuente de alegría y de bienestar, mientras que lo contrario suele generar tristeza y frustración, por muy exitoso que se sea externamente.
En Sofrodynamia® disponemos de técnicas específicas que nos permiten explorar el mundo de los valores personales y grupales. Pero, además de conocer y practicar dichas técnicas, lo que no podemos olvidar es impregnar todo nuestro entrenamiento en general, así como nuestras acciones cotidianas, del grado de consciencia necesario para ir poco a poco desarrollando cada vez más y mejor una axiología verdaderamente humana.
