¡Dios mio, que torpe soy!

¡Dios mio, que torpe soy!

DIOS MIO QUE TORPE SOYDecía Sócrates (de esto hace unos dos mil cuatrocientos años), que cuando queremos saber de gimnasia le preguntamos al Maestro en este arte, pues es él quien sabe de aquello y es quien nos puede orientar sabiamente, y no hemos de preguntar  a cualquier persona que encontremos en la plaza pública, porque sus opiniones al respecto no tendrán el mismo valor. Sigue leyendo