Superar la incomodidad

Superar la incomodidad

superar la incomodidad “Cuando comenzamos a realizar nuevas prácticas de respiración, concentración, ejercicios de lateralidad, etc., hay muchos alumnos que refieren que eso les resulta incómodo. En este punto se plantea una cuestión, ¿rendirse a la incomodidad y dejo de practicar o continuar hasta superarla? Entender correctamente qué significa aprender a gestionar la incomodidad resulta fundamental para quienes quieren introducir cambios para mejorar su vida. No debiéramos confundir que algo resulte cómodo con creer que por dicha razón es apropiado o beneficioso. Porque comodidad sólo significa que estamos a gusto con lo que sea, simplemente porque lo hemos repetido tantas veces que nos resulta sencillo o bien porque al hacerlo la primera vez sentimos que dicha acción apenas ha requerido esfuerzo y nos resulta fácil de realizar. Por tanto, habría que tener claro que la sensación de comodidad no equivale a corrección. Por ejemplo, para muchos jóvenes andar encorvados es más cómodo que andar correctamente derechos, simplemente porque están más acostumbrado a lo primero que a esto último, y sin embargo, en este caso, lo cómodo es incorrecto y lo incómodo no. Ojo, tampoco significa que lo incomodo sea apropiado, sin más. Podría decirse que hay un tipo de incomodidad que resultará útil y otra que no. Para alguien que se encuentre inmerso en un proceso de desarrollo humano es bastante importante aprender a diferenciar entre lo uno de lo otro. Porque, equivocadamente, muchas personas han aceptado que el hecho de que sentir incomodidad equivale a que algo no va bien, por eso, cuando algo les resulta incómodo, simplemente abandonan. Pero quienes funcionan de ese modo se pierden muchas oportunidades de crecer y de desarrollarse. Entonces, ¿de qué modo podemos aprender a gestionar la incomodidad en nuestro propio beneficio? Sabemos que, en general, a poca gente le agrada sentirse incomodo. Si preguntásemos a un número amplio de personas sobre si quieren sentirse cómodos o incómodos, posiblemente la respuesta sería abrumadora; prácticamente todos preferirían la comodidad. Como dije antes, la cuestión radica en saber diferenciar entre la incomodidad útil de aquella otra que no lo es. Para ello conviene que pensemos en la relación que existe entre comodidad, incomodidad y proceso de aprendizaje. Sabemos que aprender y avanzar en la vida, trae consigo la superación de los antiguos límites en los que nos desenvolvemos. Crecer, por tanto, significa abandonar las fronteras de nuestra “zona de confort”, aquel espacio en el que nos sentimos seguros, para traspasar sus límites y adentrarnos por caminos que, en un principio podrían resultarnos incómodos. Desarrollarse como seres humanos es, pues, comparable a lanzarse a una nueva aventura, a un territorio desconocido en el que al principio nos comportaremos como unos novatos poco hábiles, ya que cuando una persona comienza a practicar una nueva habilidad o destreza, en los primeros tiempos, suele desempeñarla de una manera poco hábil, un poco patosas podríamos decir, y, en cierto modo, le incomoda percibirse así. Así que, en términos de aprendizaje y desarrollo humano, nos encontramos con una especie de contradicción aparente. Por un lado queremos aprender y desarrollarnos pero, por otro lado, eso implica salir de la zona de confort para lanzarse a nuevos retos y nuevas formas de estar en el mundo, que en un principio resultan incómodas por el simple hecho de no estar acostumbrados a ellas. Entonces, ¿debe prevalecer la comodidad de lo conocido, aunque ésta no sea sana, a la incomodidad que puede aparecer cuando iniciamos un cambio o un proceso de desarrollo? Esta cuestión se solventa cuando experimentamos que, más allá de una cierta incomodidad inicial, brota en nosotros el profundo deseo de crecer como personas y nos sentimos compensados sabiendo que todo ese esfuerzo inicial nos va a beneficiar a medio y largo plazo. Y Por otro lado, es importante que, a pesar de la incomodidad, seamos capaces de encontrar placer en el proceso de aprendizaje, ya que sin dicho placer no podremos mantenernos durante tiempo realizando el esfuerzo que dicho proceso requiere. Así que recuerda que, aunque una cierta incomodidad vaya a estar presente en todos nuestros aprendizajes, esta podrá ser soslayada si caes en la cuenta de que tras ella se esconde un beneficio mayor, un beneficio de nivel superior, que es el placer de aprender y el sentido de hacerlo para nuestro propio bienestar, nuestro propio desarrollo y el de los demás.” (ANF)