Normalmente creemos que paciencia es sinónimo de aguante. Hay quienes piensan que es paciente aquella persona que es capaz de soportar determinadas situaciones por un tiempo prolongado, incluso cuando estas son injustas, pero yo me pregunto si éste es el auténtico sentido de la paciencia.
Porque si admitimos eso, entonces, podría decirse que son muy pacientes los pasivos, quienes no se rebelan, los sumisos, o cualquier persona que carece de la voluntad y la determinación suficiente como para ser capaz de realizar cambios en su vida, manteniendo indefinidamente situaciones que a veces no debiera.
Sinceramente pienso que ser paciente no significa aguantar, sin más.
Tener paciencia no es sinónimo de soportar, ni tampoco de incapacidad para la acción. Entonces, ¿qué es la paciencia?
Hace tiempo alguien me enseñó que paciencia es la “capacidad para entender la verdadera realidad de cada situación y obrar conforme a ello”.
La paciencia, al menos desde el punto de vista sofrodynámico, implica una “consciencia diligente”, y esto no tiene nada que ver con la pasividad.
Ser paciente es, como dije antes, “saber entender” y ser capaz de buscar el momento apropiado para realizar cada acción evitando precipitaciones.
En cierto modo, la paciencia, es una capacidad de la mente que nos permite trascender los automatismos no conscientes, las respuestas del tipo acción-reacción.
Paciencia es, pues, una actitud mental que nos permite establecer “espacio” en nuestro mundo interior para comprender cada situación con mayor nitidez y claridad, sabiendo discernir entre las ocasiones en las que debemos actuar y aquellas otras en las que hemos de demorar la respuesta. A partir de dicha comprensión seremos capaces de elegir actuar o no, evitando con ello caer prisionero de nuestras reacciones automáticas.