Una de las características que toda ciencia ha de poseer es la de mantenerse en continua renovación a través de la constante búsqueda de nuevos conocimientos, de tal manera que puedan confirmarse las hipótesis existentes o bien modificarse lo que de una materia en cuestión se conoce en cada momento, en función de las nuevas evidencias que vamos descubriendo.
Todo esto quiere decir que, en muchas ocasiones, lo que se ha venido sosteniendo a lo largo de unos años, de pronto, se convierte en algo obsoleto y totalmente superado, incluso a veces se pasa a defender justo lo contrario.
Así, en muchas ocasiones, podemos comprobar que lo que la ciencia defiende en unas fechas, con el paso del tiempo, es rebatido por los nuevos descubrimientos.
Por ejemplo, cuando era estudiante de medicina, se me decía que las personas con colesterol alto no debían tomar nunca pescado azul. Hoy día se preconiza justo lo contrario y se le indica al sujeto con colesterol alto que coma sardinas, caballa, etc.
También se me decía que había que limitar el consumo de aceite de oliva, puesto que aportaba una gran cantidad de grasas al organismo y, según la hipótesis vigente en aquellos momentos, eso era algo poco recomendable. Sin embargo, hoy día se ensalza el aceite de oliva como una alimento de primer orden para la salud, incluso se le atribuyen unas propiedades tan maravillosas que hace que se clasifique dentro de los alimentos funcionales.
Actualmente, sobre todo a nivel de investigación, está surgiendo un cambio de paradigma que hace que se tambaleen los pilares de lo que hasta estos momentos se viene proponiendo en el ámbito de la nutrición y alimentación humana.
Hasta hace poco se pensaba que era especialmente bueno para la salud una dieta baja en grasa y rica en cereales, de tal manera que el aporte de hidratos de carbono en la dieta fuera, aproximadamente de un 60% del total de las calorías ingeridas. Pero en estos momentos existen corrientes dietéticas que indican que no se debería sobrepasar el 40% en lo que a hidratos de carbono se refiere.
En las últimas décadas ha habido una auténtica campaña de demonización de las grasas, debido a la creencia de que consumir grasas aumentaba el peligro de enfermedades cardiovasculares al elevar el colesterol. Pero muchos estudios actuales demuestran que esto no es cierto y que las diferencias de colesterol en la dieta no se traducen en mayor riesgo cardiovascular.
Hoy día sabemos que dicha hipótesis de las grasas tiene muchas lagunas, ya que la aparición de las enfermedades cardiovasculares dependen de la alteración a nivel del endotelio vascular y esto se debe a otros factores distintos de las grasas. También sabemos que los factores de riesgo cardiovascular más importantes son los radicales libres, la inflamación silente, el tabaco, el consumo de azúcar, el sedentarismo, el sobrepeso y el estrés. Es en el control de estos factores hacia donde deberíamos enfocar todo el esfuerzo preventivo en lo que se refiere a las enfermedades cardiovasculares
Otro aspecto que va cambiando en estos últimos tiempos es lo referente al consumo de cereales.
Durante mucho tiempo se ha creído que consumir cereales era algo especialmente saludable,pero estudios recientes señalan la inconveniencia de una dieta basada en un predominio de cereales, sobre todo refinados, ya que dan lugar a un gran número de problemas para la salud.
Es bastante sorprendente que la epidemia de obesidad que sufren algunos países occidentales haya coincidido con el auge de las dietas bajas en grasa, los alimentos lights y desnatados y el aumento del consumo de cereales y otros hidratos de carbono.
Entonces, a la luz de lo que hoy día sabemos, ¿qué es lo realmente sano?
Poco a poco iremos comentado algunos aspectos de este nuevo enfoque de la alimentación humana. Porque una nueva visión acerca de la alimentación está surgiendo a partir de las evidencias que plantean los nuevos estudios nutricionales.
Pero como siempre que se propone un nuevo cambio de paradigma, habrá una gran resistencia por parte del sistema establecido, y por la inercia de seguir creyendo lo que habitualmente se ha creído sin entrar a poner en tela de juicio las contradicciones que aparecen, por muy obvias y evidentes que estas sean. También es de esperar la feroz resistencia de aquellos sectores de la industria alimentaria que se consideren perjudicados.
Nada de ello ha de frenarnos en nuestra búsqueda de una mejor salud para los seres humanos.
Impaciente a la espera de leer más sobre este tema. Gracias Maestro
Wow, muchas gracias por la información. No sabía todos estos avances y estos cambios de tendencias y creencias. Estaré atenta que no me gustaría estar llevando una dieta aparentemente saludable y que acabe por no serlo tanto.
Os voy leyendo que no conocía vuestro blog!
Que paséis muy buen día y ahora mismo lo reenvío a mis amigas para que también se pongan al día,
Andrea.
Muchas gracias, Andrea, por tu comentario.
La verdad es que en los últimos años han aparecido una serie de trabajos en lo referente a la nutrición humana que dan un vuelco importante a muchas de las creencias que se tenían hasta ahora.
Pero existe un gran problema y es que este tipo de información no suele llegar al gran público. Además, por otro lado, mucha de esta información se encuentra manipulada por los intereses de compañías de alimentación y de farmacia que ganan mucho dinero haciéndonos creer cosas falsas sobre el colesterol, la leche, el azúcar, etc.
Se subvencionan ciertos tipos de estudios (que obviamente darán los resultados que queremos que den) mientras que se le ponen trabas a otros.
Poco a poco iré escribiendo algunas cosas al respecto.
Saludos.