Cada día vamos comprendiendo más y mejor el efecto de ciertas prácticas que, por lejanas o desconocidas, nos resultaban extrañas hasta ahora, sobre todo en el ámbito de la terapia. Gracias a los nuevos avances de la ciencia podemos comprenderlas mejor y darles un soporte científico actual, como por ejemplo el caso de la meditación y sus efectos terapéuticos.
En la actualidad contamos con suficiente número de investigaciones científicas como para afirmar que una vibración sonora adecuada puede ejercer un efecto beneficioso sobre las personas.
Pero es menos conocido para la ciencia el fundamento por el cual ejercen ese mismo beneficio otras prácticas ancestrales que se realizan en diferentes religiones y culturas como es la repetición de mantras.
La palabra mantra proviene del sanscrito y consta de dos raíces, “man” que significa mente y “tra” que podría traducirse como protección. Por tanto, un mantra (nag, en tibetano) es un sonido que se realiza como protección de la mente.
Muchos de estos mantras, al estar en sanscrito o en tibetano, no tienen una traducción concreta o bien su traducción es muy compleja, ya que en ellos se transmiten realidades simbólicas que nos remiten a diferentes y profundos niveles de significados, los cuales están relacionados con los distintos niveles de profundidad de la mente y de entendimiento del practicante.
Lama Gangchen Rimpoché enseña que un mantra es “un compañero espiritual”, o dicho de otro modo, son sílabas que nos protegen contra las concepciones y apariencias ordinarias y erróneas.
Por tanto, podríamos concluir que un mantra es un sonido que funciona como una especie de “amigo espiritual” que nos acompaña a cada uno en nuestro nivel.
Existen distintos tipos de mantras: 1) De petición; 2) De purificación; 3) Sílabas semillas (Bijamantras); 4) De conexión con un aspecto purificado de la consciencia (deidad).
Algunos autores piensan que la realización de los mantras al estilo tibetano favorece un cierto tipo de patrón respiratorio con predominio marcado de la espiración. Esto, a nivel fisiológico, se traduciría como una estimulación del Sistema Nervioso Vegetativo de tipo Parasimpático, poniendo en marcha todas las reacciones trofotrópicas de distensión y de recuperación energética y vital.
Tal vez por eso la realización de mantras produce un efecto positivo en nuestra mente, ya que el mantra es el soporte de estimulación de los mecanismos de atención y concentración de nuestra conciencia, y además produce efectos recuperativos y de autorregulación vegetativa de nuestro cuerpo.
Pero desde el punto de vista tántrico, la energía del mantra supera con mucho la simple vibración sonora, ya que es capaz de movilizar y conducir adecuadamente la energía que opera en niveles sutiles y muy sutiles de la consciencia.
No entender el significado de los mantras no debería ser ningún obstáculo para quien lo repite. Basta con que se utilicen y ya comienzan a funcionar por su propio poder vibratorio.
Y esto es así porque existen sonidos primarios, carentes de un significado formal pero que tienen un gran efecto sobre la mente. Hoy día los científicos que trabajan en técnicas de relajación conocen el efecto tranquilizador y beneficioso del sonido “Mnn” y su asociación con cosas agradables. Este sonido es el prototipo de disfrute, ya que cuando anticipamos algo que nos gusta realizamos sonidos de este tipo: ummm…. o mnnnn.
Sea como fuere, más allá de las posibles explicaciones científicas o espirituales, el hecho constatable es que la repetición de mantras ejerce un efecto beneficioso y saludable en la persona que lo realiza. Esta es una afirmación que no hay que creer, sin más, si no que puede ser verificada por todos aquellos que se introduzcan en dicha práctica.