Dirige tu vida y no culpes a otros

culpar a otros

Culpabilizar a otros de lo que nos sucede, a la larga no suele ser una buena estrategia

Debido a mi trabajo, he escuchado numerosos relatos de pacientes que sin ningún resquicio de duda atribuyen a los padres, hermanos, maridos, esposas, etc. la culpa del sufrimiento actual que padecen. Su planteamiento es que son los demás quienes les hacen sufrir. A los otros se les atribuye el origen de padecimientos tales como depresiones, ansiedades, miedos, etc., al tiempo que eluden cualquier tipo de responsabilidad personal en dichos procesos.

Son pocos los que asumen el hecho de que somos nosotros mismos los constructores de nuestra propia vida, y de estas premisa se deriva una cierta responsabilidad en el modo en el que lo hacemos. Tal vez porque resulte más sencillo considerarse, simplemente, como los pasivos receptores de un medio ambiente poco favorable que, por el contrario, como un sujeto con determinación propia y con la capacidad para aceptar o rechazar diversos aspectos, propuestas o influencias.

Dicha actitud de renuncia a nuestra propia capacidad personal para gestionar la vida se encuentra en la base del mantenimiento prolongado de muchos sufrimientos inútiles, y además frena el propio proceso de autorrealización personal y de desarrollo de nuestro potencial.

En mi opinión, ciertos mensajes de la psicología convencional ayudan poco a que los sujetos asuman el reto de responsabilizarse de sus vidas, ya que atribuyen un papel determinante a lo vivido en ciertos momentos de la infancia o la juventud, como si inexorablemente esas experiencias no hubiesen podido ser procesadas de otros modos más saludables. Se enfocan más en el hecho acontecido, otorgándole un poder omnímodo, que en el modo en el que procesamos la información y construimos nuestras experiencias.

El hecho de que dos personas diferentes obtengan resultados distintos tras pasar por una acontecimiento similar, contradicen los planteamientos anteriores al tiempo que nos muestra claramente que es lo que nosotros hacemos con los sucesos vividos y no el suceso en sí, lo que marca nuestra vida.

He de matizar para que no haya lugar a malas interpretaciones que, indudablemente, lo que vivimos en la infancia influye notablemente en nuestro futuro, ¡cómo negarlo! Pero el modo en el que eso influye sólo depende de nosotros.

tomar las riendas

Tomar las riendas de nuestra vida nos permite alcanzar nuestras metas

Tampoco podemos obviar el hecho constatable de que un mismo acontecimiento se pueda afrontar de un modo potenciador o de una manera limitante. Conozco casos de muchas familias en las que, en idénticas condiciones vitales, cada hermano ha introyectado la experiencia familiar de una forma tan propia y tan peculiar que han construido unas vidas muy distintas y refieren unos relatos familiares tan diferentes que ni siquiera parecen miembros de la misma familia.

 

Por tanto, es importante asumir que en cada momento de nuestra vida somos los auténticos responsables de nuestras propias elecciones vitales, y dichas elecciones constituyen nuestra Dirección Vital Personal, es decir, nos han traído hasta el punto en el que nos encontramos ahora.

Si estás en un momento en el que te das cuenta de que tu vida no es como quisieras, puedes plantearte cambiar o seguir igual.

Si quieres seguir igual no hagas nada, o mejor dicho, sigue haciendo lo mismo que hacías hasta ahora.

Pero en el caso de que quieras cambiar hacia un modo más armónico y con un mayor bienestar, habrás de asumir la irrenunciable e inquebrantable decisión de tomar las riendas de tu propio destino.

Un pensamiento en “Dirige tu vida y no culpes a otros

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