Cada vez que comienza un nuevo año nos da la impresión de que es un punto de partida para iniciar o desarrollar nuestros proyectos y para hacer realidad nuestras ilusiones. Es también un momento para realizar el balance del año que termina y anotar aquello que no se ha cumplido y que, por lo tanto, queda pendiente y, como no, también para agradecer todo lo que ha resultado exitoso.
Un año finaliza y otro comienza. Cada momento para nosotros constituye un punto de llegada y un punto de salida. Venimos de alguna parte y en ese mismo instante nos dirigimos hacia otra. Los filósofos griegos lo llamaron a esto el devenir de las cosas, mientras que en oriente se le denominó impermanencia. Nada queda, todo cambia, todo fluye.
Sin embargo lo que los sabios de la antigüedad, tanto en oriente como en occidente, no conocieron es el significado de unas Fiestas de Navidad en España en relación con la comida y la bebida. Esto es algo que, desafiando todas las leyes del universo, permanece constante a lo largo del tiempo, más allá de toda filosofía del devenir o de la noción budista de impermanencia.
Y es que en estas fiestas comemos y bebemos como si el mundo se fuese a acabar repentinamente. Lo curioso del caso es que nadie se da por aludido y se tiene la sensación de que quienes comen y beben son los demás. Así, cuando veo de nuevo a los pacientes en enero y han cogido entre 2-4 Kg de media en estos días, la mayoría me comenta “pues a mí los mantecados no me gustan” ¡como si sólo se comiesen mantecados!, o aquello otro de “pues no sé por qué he engordado, y eso que no he comido nada”. La verdad es que existe una gran zanja entre lo que pensamos de nosotros mismos y lo que la realidad nos demuestra.
Recuerdo el caso de un paciente que habiendo engordado 5 Kg desde diciembre a enero me dijo muy serio “pues sólo he comido un mantecado en todas las Navidades”, a lo que le respondí sonriendo, que si era así, “entonces el mantecado debía de tener el tamaño de una mesa-camilla”, tras lo cual se echó a reír a carcajadas, admitiendo que no se cogen 5 Kg simplemente por respirar profundo.
La verdad es que yo entiendo que mantener una dieta o evitar ciertos productos en estas fechas puede ser bastante complicado, pero de pasarse un poco a comer como si el mundo se fuese a terminar hay un abismo, sobre todo si tu salud no anda muy bien.
Sea como fuere, el cambio de año constituye un punto de inflexión que puede servirnos para crecer o para estancarnos. Todo dependerá de si los devaneos de nuestra mente se traducen en acciones concretas o si se quedan en simples y etéreas conjeturas. Me refiero a esos propósitos habituales que cada nuevo año nos marcamos, como por ejemplo comenzar a hacer gimnasia, aprender idiomas o dejar de fumar, entre otras muchas cosas.
Espero que este año que comienza puedan cumplirse estos y todos los demás propósitos y, sobre todo, que podamos vivir con quienes nos rodean de un modo más saludable, pacífico y feliz.
Feliz 2020
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