Suerte y felicidad

Cuando constatamos que una persona es feliz solemos pensar que ha tenido mucha suerte.No cabe duda que para muchos de los eventos que suceden en la vida, tener suerte o no tenerla, será un factor determinante. Pero me pregunto si eso mismo sigue siendo válido en lo que se refiere a la consecución de la felicidad. Así que surge la pregunta de si la felicidad es una cuestión de suerte o  también depende de otros factores.

Se habla de felicidad para referirse a un estado interior en el que predominan los sentimientos agradables en un período prolongado de tiempo. Lo cual equivale al grado en el que las personas se sienten satisfechas con sus vidas en general, estado al que también llamamos bienestar. Este significado es casi sinónimo de satisfacción de vida, calidad de vida o, incluso, autorrealización según afirma Heylighen (1992).

Todos los seres humanos deseamos vivir felices, pero muchas veces no lo conseguimos. Aspiramos a una forma de vida más armónica pero con frecuencia encontramos otra cosa, entonces ¿qué podríamos hacer para salvar esta discrepancia?

Como he dicho antes, unos creen que ser felices es una cuestión de suerte. Le toca al que le toca y los demás debemos aguantarnos con lo que hay. Sin embargo existen estudios científicos que demuestran lo contrario. En las últimas décadas se han incrementado el número de trabajos e investigaciones que abordan el tema de la felicidad y del bienestar. Dichos estudios aportan información de interés y nos hacen reflexionar sobre algunas cuestiones que deberíamos tener en cuenta.

1.- Lo primero de todo es que la felicidad no depende de la edad. Algunos creen que no se puede ser feliz a partir de cierta edad o cuando la vida te ha golpeado en la infancia con determinadas experiencias. Sin embargo, en lo que a la edad se refiere, los estudios demuestran que puedes ser feliz a cualquier edad.

2.- Tampoco encontramos diferencias en cuanto al sexo. Los varones y  las mujeres se consideran “muy felices” y “satisfechos” en igual número aproximadamente. 

3.- A pesar de lo que pudiera creerse, ciertos cambios vitales no influyen en el grado de felicidad. En un estudio sobre envejecimiento se constató que la gente que era feliz al principio del estudio lo seguía siendo 10 años después, independientemente de los cambios de domicilio o de trabajo.

4.- Se ha encontrado una fuerte correlación entre bienestar y la salud biológica. Eso quiere decir que además de la mente es muy importante atender a los requerimientos corporales para aspirar a una vida más feliz.

5.- En lo que se refiere a la situación económica, se ha visto que en los países pobres existe una correlación entre el bienestar y el dinero, pero no así en los países ricos. Incluso se ha podido comprobar cómo en estos últimos países, un incremento de la riqueza no conlleva un aumento de la felicidad.

¿Qué conclusiones podríamos sacar de lo anterior?

Lo primero es entender quela felicidad o el sufrimiento no son más que estados de la mente. Por lo tanto, es en el cultivo de los estados mentales apropiados donde deberíamos centrar nuestro esfuerzo y, sobre todo, comprender la importancia del manejo de la atención, la concentración y la capacidad para conectar con el momento presente, como elementos fundamentales para centrar y enfocar la mente. En este aspecto la suerte no juega ningún papel.

Según los conocimientos científicos actuales sabemos que nuestro cerebro capta, computa la información y genera respuestas motoras y estados internos. También sabemos que los estados de la mente son construcciones que cada  persona realiza según entiende, puede y sabe. Cada sujeto, de forma consciente o no, genera los procesos mediante los cuales experimenta un determinado estado interior. Esto tampoco depende de la suerte.

El conjunto de construcciones mentales forman un Modelo Mental, que podrá ser limitante (nos lleva al sufrimiento) o potenciador (genera bienestar). Así que el modo en el que hacemos más funcional y operativo nuestro Modelo Mental formará parte, también, de esa especie de “receta” para la felicidad y para el bienestar, lo cual tampoco depende de la suerte.

A la vista de lo anterior nos damos cuenta de que, para ser feliz, tener suerte puede ser algo que te facilite o ayude, pero no parece que sea el factor imprescindible para lograrlo. 

Finalmente me gustaría señalar que hay vidas mas sencillas y otras mas complicadas. Quizás haya un componente de suerte en haber nacido en un país concreto o en una familia determinada. Pero no es la suerte el único factor implicado en el resultado final, ya que la vida sólo nos proporciona los materiales con los que modelar nuestro propio destino, sino que es la capacidad de gestionar lo mejor posible todas aquellas cualidades del cuerpo, de la palabra y de la mente, lo que marcará la diferencia entre una forma de vida gozosa y lo que podría denominarse como una vida mas común.

La vida está llena de múltiples ejemplos de personas que partiendo desde condiciones poco afortunadas y rodeados de numerosos obstáculos, sin embargo han sabido elevarse hasta las cotas más elevadas de la existencia humana.

Un pensamiento en “Suerte y felicidad

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