Afrontar la adversidad- capítulo-1
Se conocen como estrategias de afrontamiento a todos aquellos recursos de tipo psicológicos que las personas ponemos en juego para hacer frente a una situación adversa. Dicho con otras palabras, podría decirse que es el modo que cada uno tiene de responder a los desafíos de la vida.
Dentro de las estrategias de afrontamiento más habitualmente utilizadas, existen algunas que son más funcionales que otras, pero sobre todo, lo más conveniente sería evitar aquellas estrategias que en lugar de resolver nuestros problemas los aumentan.
En el caso concreto del cáncer, tanto en lo que se refiere al diagnóstico como a la fase de tratamiento y a la evolución de dicha enfermedad, se llevan a la práctica diversas estrategias psicológicas por parte del paciente y de los familiares, aunque la mayoría de las veces no suelen ser conscientes de ello.
A lo largo de los años, la psicooncología ha demostrado que el modo en el que los pacientes afrontan su proceso constituye un factor determinante de cara al pronóstico y a la evolución de la enfermedad.
A modo de resumen, expondré las estrategias de afrontamiento del cáncer más frecuente y su relación con el curso de la enfermedad. Estrategias de afrontamiento más frecuente en pacientes oncológicos:
1.- El Espíritu de lucha. La persona afronta la enfermedad como un desafío, como un reto al que hacer frente. Suelen sentir que tienen capacidad de control. Estos pacientes tienen un buen pronóstico.
2.- Negación. A pesar de lo que pudiera creerse, la negación, que consiste en enfrentar la enfermedad como una mínima amenaza, suele tener un buen pronóstico entre estos pacientes.
3.- Fatalismo. La enfermedad es vivida como una gran amenaza ante la cual no pueden hacer nada porque eso depende de otros. Su pronóstico es incierto.
4.- Indefensión. La enfermedad supone una pérdida sobre la que no se ejerce ningún control. Se sienten indefensos, como acorralados y sin posibles salidas. El pronóstico es malo
5.- Preocupación ansiosa. Sienten la enfermedad como una fuerte amenaza y la viven con un alto grado de ansiedad y preocupación ante cualquier cambio mínimo que aparezca, experimentando una gran incertidumbre. Su pronóstico es malo.
Como vemos, la evolución de una enfermedad tan importante como el cáncer, depende no sólo de lo que otros (oncólogos, dietistas, medicina complementaria, etc.) puedan hacer por nosotros, sino también, y esto es muy importante, de lo que “nosotros podemos hacer por nosotros mismos”. En muchos casos, un buen o un mal afrontamiento marca la diferencia.
Quienes tenemos experiencia clínica suficiente por llevar muchos años en la práctica médica, sabemos que lo dicho anteriormente también es aplicable para otras muchas enfermedades, por lo que un apoyo psicológico, no en términos de tratar traumas antiguos, sino para enseñar a hacer frente a los desafíos del presente, puede ser bastante importante y esperanzador.
Continuamente veo personas que viven situaciones de pérdida. Unas veces pierden su salud, otras ven perder la salud o la vida a sus propios familiares y amigos. Yo también las he vivido, y sigo viviéndolas en mi entorno.
Hasta aquí, nada de nuevo, sino el juego mismo de la vida. Ese juego que acaba siempre en despedida.
Pero el modo en el que vivimos dichas situaciones, marcará la radical diferencia entre estar feliz o sufrir inútilmente.
Una paciente que perdió a su hija adolescente en un accidente me dijo:
– Sufrí mucho por ello. Lo pasé muy mal. Pero poco a poco he aprendido que ese acontecimiento forma parte del ciclo de la vida. He logrado recordarla sin dolor; agradecer el tiempo que pasé con ella, y tengo la profunda convicción de que allá donde esté se encuentra feliz.
Otra paciente a la que se le murió, ya mayor, su hermano:
– La vida me dio un vuelco. Me siento mal desde entonces y, a pesar de los años transcurridos, no he logrado superarlo. Me rebelo frente a eso…no acepto que la vida sea así… no acepto que haya muerte…
Como dice el título, «dos pérdidas…dos maneras de afrontarlas».
El dolor de la pérdida no es evitable, pero el sufrimiento sí.
¿Con cuál de las dos posturas te identificas más?
¿De qué forma podemos estar preparados para cuando las pérdidas aparezcan en nuestra vida?