Vivimos en un mundo en el que la belleza juega un papel importante. No cabe duda que la imagen que damos a los demás cuenta mucho, incluso de ello puede depender el acceso a ciertos puestos de trabajo, ya que existen ocupaciones en las que una determinada apariencia física va a ser determinante.
También observamos un aumento de las actividades profesionales que promueven los cuidados corporales, tales como los salones de belleza, los anuncios de ciertos productos en televisión o los centros de Medicina Estética, entre otros.
Desde el punto de vista médico-quirúrgico, se ha constatado en los últimos tiempos un incremento notable del número de operaciones a las que muchas personas se someten con el fin de mejorar su aspecto exterior.
Hay una evidente preocupación por mantener “la carrocería” en buen estado, lo cual está muy bien, pero me cabe la duda de si también nos ocupamos con el mismo afán de otros factores menos visibles de nuestro ser.
En algunos aspectos parece que sí, ya que, de algún modo, se ha incorporado también a nuestra cultura actual una importante tendencia a cuidar mejor la alimentación, así como a llevar a cabo una serie de prácticas saludables, tales como el deporte, el yoga o la meditación, las cuales ayudan a mantener en forma el cuerpo y la mente.
Ciertamente, parece que hoy día nos cuidamos más que antaño.
A pesar de ello, me sigue quedando la duda de si también cuidamos lo suficiente algunos aspectos más sutiles del ser, como por ejemplo el Espacio Interior.
Se dice que la verdadera belleza surge del interior y se manifiesta en el mundo a través de nuestras acciones. Por tanto, si consideramos que es importante mejorar nuestro entorno, parece que no sólo es deberíamos cuidar bien nuestro cuerpo, sino que también deberíamos aprender a embellecer nuestro Espacio Interior.
Embellecer el Espacio Interior no es sólo una labor de maquillaje, en el sentido de aplicar productos para ocultar ciertos defectos, sino de potenciarlo en todo su esplendor, ya que de un Espacio Interior bello surgirá una acción positiva en el mundo que permitirá armonizar y mejorar nuestro entorno.
Entonces, ¿de qué forma podríamos hacer este embellecimiento interior del que hablo?
Lo primero sería explicar que el Espacio Interior viene a ser como el contenedor en el que se expresan los fenómenos de la consciencia, es decir, los contenidos.
Es, pues, un espacio de consciencia, o lo que es lo mismo, nuestra más pura esencia. Lo que cada uno de nosotros somos no son nuestros contenidos mentales (pensamientos, emociones, etc.) sino ese espacio de consciencia. Por eso, al cuidarlo apropiadamente, es como si cuidásemos nuestra esencia más primordial y profunda.
Pero, si observamos a una persona normal, en un día normal, ¿cuánto tiempo crees que dedica a cuidar la higiene y la belleza de su mundo interior?
Entonces, ¿por qué nos extraña, a veces, estar guapos por fuera pero con un aspecto interior tan poco agraciado?
A cualquier persona normal no le extraña lavarse los dientes o las manos varias veces al día, tantas veces como sea necesario, pero cuando nos contaminamos con pensamientos, idea, emociones… ¿qué hacemos con esta suciedad?
Pues si queremos mantenernos bellos internamente, lo que deberíamos hacer es dedicar tiempo y esfuerzo para eliminar las contaminaciones mentales que nos afligen, y al mismo tiempo aplicarse en desarrollar el verdadero potencial que todos llevamos dentro.
Por tanto, si queremos brillar como seres humanos, es necesario, pues, saber embellecer nuestro Espacio Interior, convertirnos en unos grandes esteticistas de nuestro mundo interno, lo cual quiere decir que habremos de asumir la responsabilidad de trabajar en ello, evitando las excusas que nos mantienen anclados en nuestros hábitos limitantes y nuestras emociones perturbadoras.
Del mismo modo que las personas aprenden a cuidarse externamente, es posible aprender a hacer lo propio con el mundo interior.
Ser capaz de establecer pausas en nuestro habitual ritmo frenético, conectar con la respiración consciente y con nuestro Centro Vital, permitir que la consciencia habite el cuerpo, así como cultivar el desapego sobre las fluctuaciones mentales, son algunos de los aspectos que debiéramos aprender a desarrollar para poder así “embellecer nuestro Espacio Interior” y convertirnos en seres luminosos por dentro y por fuera.