Intolerancias y alergias alimentarias

Intolerancias y alergias alimentarias

Intolerancia alimentariaPor Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del CMI Dr. Nougués

            En la sociedad actual, cada vez son más numerosos los casos de alergia e intolerancia a determinados alimentos o componentes de ellos, fijaos si no las últimas noticias que fueron apareciendo, pero ¿sabemos cual es la diferencia entre ambos términos?, pues es muy frecuente confundir  en muchos casos una reacción adversa con una alergia. Ante tal situación, el tema ha despertado un gran interés y pese a toda la información disponible, sigue siendo complejo y difícil de abordar.

La alergia alimentaria es una forma específica de intolerancia a un alimento o uno de sus componentes, que activa el sistema inmunológico. Un alérgeno (proteína del alimento causante, que en la mayoría de la gente no produce reacciones adversas) provoca una serie de reacciones en cadena en el sistema inmunológico, entre ellas la producción de anticuerpos. Dichos anticuerpos provocan la segregación de sustancias químicas, como la histamina, que produce varios síntomas, como picor, moqueo, tos o trastornos respiratorios. Frecuentemente, las alergias a los alimentos o a sus componentes se heredan, y normalmente se identifican en los primeros años de vida.

Algunas reacciones alérgicas tardan horas o incluso días en desarrollarse desde el momento de la exposición a la proteína extraña. Normalmente se denominan «reacciones de hipersensibilidad retardada».

Normalmente, la respuesta inmunitaria del cuerpo lo protege contra sustancias potencialmente nocivas, como bacterias, virus y toxinas.

La lactancia  es un momento crucial, ya que diferentes estudios demuestran que los bebes alimentados con leche artificial son más propensos a padecer alergias alimentarias. La leche materna es rica en IgA (inmunoglobulina A), que es una proteína del sistema inmune. La IgA protege a los lactantes de poder padecerlas.

La intolerancia alimentaria afecta al metabolismo, pero no al sistema inmunológico del cuerpo. Un buen ejemplo es la intolerancia a la lactosa, que se da en ciertas personas por la carencia de una enzima digestiva llamada lactasa, que descompone el azúcar de la leche. Por tanto se dan cuando el cuerpo no puede digerir correctamente un alimento o uno de sus componentes. Mientras que las personas que tienen realmente alergias alimentarias necesitan generalmente eliminar el alimento causante de su dieta, las personas que sufren una intolerancia pueden consumir pequeñas cantidades del alimento o del componente alimenticio, sin que se den síntomas, excepto en el caso de personas que sean sensibles al gluten o al sulfito.

Las alergias alimentarias frecuentes suelen iniciarse en la infancia, si bien pueden comenzar a cualquier edad. Afortunadamente, muchos niños (población diana para ellas) superan las alergias a la leche, la soja, los huevos y el trigo una vez alcanzados los 5 años de edad, con sólo evitar el consumo de estos alimentos cuando son pequeños, y posteriormente podrán comenzar a introducirlos de manera progresiva en su alimentación, siendo en muchos casos bien tolerados y sin reacción. Sin embargo, también existen algunas mantenidas de por vida, como puede ser la alergia al marisco.

Ninguna alergia alimentaria tiene cura, pero con la eliminación total del alergeno, se evitan una infinidad de síntomas o manifestaciones clínicas desagradables.

Aunque se pueden dar reacciones alérgicas a cualquier alimento o componente del mismo, algunas se dan con mayor frecuencia que otras. Los alérgenos alimenticios más comunes son la leche de vaca, los huevos, la soja, el trigo, el chocolate, el pescado y crustáceos, las frutas, los cacahuetes y los frutos secos., como las nueces.

En el caso de las intolerancias alimentarias, las más comunes son a la lactosa y al gluten.

Una vez más el etiquetado alimentario es la vía para que los consumidores obtengan información sobre los productos que quieren comprar. Si los consumidores siguen correctamente la información que aparece en las etiquetas (como las fechas de caducidad, instrucciones de manipulación y advertencias relacionadas con alergias), se pueden evitar enfermedades transmitidas por alimentos y reacciones alérgicas innecesarias.

Durante la fabricación de alimentos procesados hay que tener cuidado de que los productos no se contaminen con los alérgenos de otros empleando prácticas apropiadas de separación e higiene. No obstante, puede ocurrir que, por ejemplo, un producto que no incluya los frutos secos en su elaboración contenga algún rastro de alérgenos de frutos secos al haberse producido en las mismas instalaciones que un producto que sí los contiene. En la mayoría de los casos, la probabilidad de este contacto cruzado aparece voluntariamente en el etiquetado del envase indicando: “Puede contener…”, ofreciendo una información muy importante a los consumidores.