Cada vez más frecuentemente llama nuestra atención el mundo de los antioxidantes. Hoy día, dicho término, ha conseguido penetrar en la población de tal manera que, aunque uno no posea la más mínima noción de química básica, la palabra “antioxidante” suele sonar a algo bueno, algo que hay que tomar, sobre todo a ciertas edades o que hay que ponerse en la piel para retardar el proceso natural de envejecimiento cutáneo.
Y, podría decirse que no les falta algo de razón en esas afirmaciones, pero también es conveniente aprender a separar el trigo de la paja, es decir, ser capaz de discernir entre lo que son las realidades científicas más o menos constatadas y la presión mediática de ciertos laboratorios en los que la mayoría de las veces su objetivo es conseguir los máximos beneficios expresados en una buena cuenta de resultados a final de cada ejercicio contable, más que la salud como tal. Por eso soy partidario de tomar nuestros antioxidantes a través de la alimentación y suplementar cuando sea necesario con ciertos productos de garantía y calidad.
Un antioxidante es una substancia que protege a las células del organismo de la oxidación excesiva que se produce por acción de los radicales libres. Dichos radicales aparecen de forma natural durante el metabolismo celular, es decir, tenemos una cierta oxidación natural, pero cuando están aumentados se aceleran los fenómenos de envejecimiento, inflamación o muerte celular.
Los radicales libres aumentan en caso de estrés, alimentación inadecuada, polución ambiental, tóxicos, etc. Como todos los factores incrementadores de radicales libres son tan frecuentes en el estilo de vida que habitualmente llevamos es por lo que sería conveniente cuidar la alimentación utilizando alimentos ricos en antioxidantes.
Los antioxidantes más conocidos que podemos aportar con la alimentación son las vitaminas E, C, D, betacarotenos, los flavonoides, los polifenoles, Coenzima Q-10, y algunos oligoelementos como el zinc o el selenio.
Entre los alimentos que nos aportan dichos antioxidantes encontramos:
Vitamina C: Cítricos, fresa, coliflor, kiwi
Vitamina E: Aceite de oliva, frutos secos, cereales integrales
Vitamina D: Sardinas, arenques, leche, mantequilla, yema de huevo
Betacarotenos: Tomate, espinaca, coles de Bruselas
Flavonoides: Te verde, arándano, uvas, vegetales en general
Polifenoles: Te verde, Té rojo, aceite de oliva, ajo, trigo sarraceno, frutas y verduras frescas
Coenzima Q-10: Pescados azules, cereales integrales, derivados de la soja
Selenio: Pescado, cereales y lácteos
Zinc: Huevos, legumbres, frutos secos, girasol
¡Muy interesante! quizás te pueda interesar un post que publiqué hace tiempo sobre este tema. Saludos
http://cocinasanaconernestsubirana.wordpress.com/2013/02/08/los-mas-antioxidantes/
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