Uno de los factores más importantes para nuestra salud y para frenar los procesos de envejecimiento está relacionado con la integridad del aparato cardiocirculatorio.
Con frecuencia, la calcificación y endurecimiento de los vasos sanguíneos constituye un problema asociado a la edad que casusa diversas anomalías y, en muchas ocasiones, graves enfermedades.
Hoy día sabemos el importante papel que juega en el desarrollo de las calcificaciones vasculares y de la arteriosclerosis, una substancia de origen natural, la Vitamina K2 (menaquinona).
La Vitamina K2, a diferencia de la K1 que se encuentra en los vegetales, podemos encontrarlas en productos de origen animal, pero hoy día es posible extraerla de un derivado de la soja fermentada llamado Natto, de uso habitual en Japón.
Según parece, la vitamina K2 disminuye el riesgo de calcificación coronaria, con lo cual actúa previniendo el infarto de miocardio. Además mejora la elasticidad de las arterias y previene la aterosclerosis. Esta última patología se ha asociado a niveles bajos de Vitamina K.
Aunque la K2 se produce en nuestro cuerpo a partir de las bacterias intestinales, no se absorbe adecuadamente a ese nivel y es eliminada por las heces, por lo que hemos de aportarla del exterior a través de los alimentos.
Otro aspecto importante de la Vitamina K2 es que estimula la producción de osteocalcina, proteína específica que ayuda a la calcificación del hueso, lo cual favorece el depósito de calcio en los huesos y el mantenimiento de la masa ósea.
Adicionalmente, encontramos también otros estudios que correlacionan el déficit de K2 con un mayor número de arrugas faciales y pérdida de elasticidad en la piel de la cara.
Por todas las razones anteriores, la Vitamina K2 podría ser muy útil para el tratamiento y prevención de la osteoporosis, la arteriosclerosis y también en Medicina Antiaging.