2.- LEY DE LA PROGRAMABILIDAD DEL CAMBIO
Los seres humanos somos muy eficaces cumpliendo nuestras programaciones mentales, pero la mayoría de las veces lo que sucede es que no sabemos programar adecuadamente.
Algunas escuelas psicológicas afirman que no existe el fracaso, sino que lo que existen son conductas mal programadas. Porque nuestro cerebro es tan potente que cumple fielmente aquello que previamente disponemos sin cuestionarse si nos beneficia o nos perjudica.
Desde este punto de vista, debido a la ignorancia podemos llegar a cumplir con exactitud aquellas programaciones mentales que nos harán ser “eficientemente” infelices.
¿Cómo puede suceder esto?
Pues al igual que cuando decidimos realizar un viaje, si por error tomamos la carretera que no debemos, llegaremos a otro punto distinto del que pensábamos. Por eso, si queremos ser felices pero erróneamente avanzamos por el sendero de la infelicidad, tendremos muchas opciones de llegar a ser notablemente infelices.
Así que, en términos de desarrollo humano, hemos de aprender a programar el cambio que queremos realizar, para que éste se oriente en la dirección apropiada.
Sabemos que el cambio puede producirse espontáneamente, incluso sin hacer nada. Pero cuando nos referimos al tipo de cambio relacionado con un proceso de desarrollo humano, necesitamos que sea programado si queremos que funcione bien.
La Ley de la Programabilidad del Cambio nos invita a que seamos nosotros mismos los dueños de nuestras propias programaciones, de nuestro propio destino, y lo hagamos orientándonos hacia nuestras metas.
Si, por la razón que sea, no asumes tú mismo la tarea de organizar hacía dónde quieres ir en tu vida, posiblemente alguien o algo lo programará por ti.
Y uno de los elementos a tener en cuenta a la hora de establecer nuestras programaciones internas han de ser los contenidos de nuestros pensamientos.
Lo que pensamos de nosotros mismos, no solamente crea nuestra propia autoimagen, sino que también es uno de los factores principales con los que vamos a contar a la hora de orientar nuestra dirección vital.
Un famoso pensamiento, que algunos atribuyen al Buda, dice:
“Cultiva un pensamiento y tendrás una conducta.
Cultiva una conducta y tendrás un hábito.
Cultiva un hábito y formarás un carácter.
Cultiva un carácter y obtendrás un destino.
Por tanto, cuida tus pensamientos de hoy
porque serán tu destino mañana”.
Cada uno de nosotros, aquí y ahora, estamos programando nuestro propio futuro, nuestro propio destino, mediante el tipo de pensamientos, emociones y acciones que cultivamos.
Somos, pues, los responsables de conseguir o no el tipo de vida que queremos vivir.