Nadie en su sano juicio desea sufrir sino todo lo contrario, desea ser feliz. Sin embargo, algo erróneo debemos hacer porque muchas personas se quejan de que obtienen más de lo primero que de lo segundo.
Sabemos que el cielo y el infierno están en nuestra propia mente, y nosotros tenemos las llaves de lo uno y de lo otro. Podría decirse, pues, que el sufrimiento es un estado infernal de la mente.
Dicho de otro modo, el sufrimiento es un modo anómalo de gestionar las diferentes experiencias vitales, sean estas dolorosas o no. Hay gente que sufre como consecuencia de un dolor físico o moral, y también hay gente que sufre por nada.
Se ha comprobado que un mismo acontecimiento puede hacer sufrir a unas personas y a otros no, porque dicho sufrimiento no depende del acontecimiento en sí, sino de lo que somos capaces de hacer con él.
A pesar de lo extraño que pudiese parecer, existen personas que tienen un cierto apego al sufrimiento. Esta opción es una de las mejores maneras que conocemos para conseguir que nuestra vida se desarrolle en las peores condiciones posibles. Hay muchas razones que pueden fundamentar dicha actitud, como por ejemplo, el miedo al cambio, o recibir ciertos beneficios, o sentirse protegidos de tener que tomar decisiones importantes o difíciles, etc.
A estas personas habría que plantearles la siguiente cuestión, ¿cómo sería tu vida si te aferraras a la felicidad con la misma energía que te aferras al sufrimiento?
Cuando la ignorancia domina nuestra vida, entonces nuestra mente fabrica sufrimiento. Por tanto, salir del sufrimiento puede ser comparado con salir de la ignorancia.
¿A qué tipo de ignorancia me estoy refiriendo? Pues esta ignorancia no tiene nada que ver con ausencia de los distintos saberes académicos, sino con la falta del propio autoconocimiento profundo así como con del conocimiento de la realidad, más allá de las apariencias.
Por eso, mientras más sabios seamos menos deberíamos sufrir y más debería incrementarse nuestra felicidad. Esta es la prueba del algodón para la verdadera sabiduría. Una práctica espiritual verdadera ha de hacernos más sabios y enseñarnos a aceptar el dolor, transformarlo y liberarnos del sufrimiento.
En un contexto de aprendizaje y de desarrollo humano, el sufrimiento puede ser gestionado de un modo apropiado y transformado en combustible para el progreso y la transformación.
Según Helen Luke, existen dos tipos de sufrimiento: El sufrimiento esencial, que hay que aceptar (el sufrimiento del nacimiento, del envejecimiento, de la enfermedad y de la muerte), y el sufrimiento neurótico que hay que abandonar. Así que, según dicha autora, tenemos un tipo de sufrimiento del que no podemos escapar, pero que sí podemos transformar, y otro tipo de sufrimiento que hemos de eliminar.
Porque una cosa es aceptar el sufrimiento que nos toca vivir (nacer, envejecer, enfermar y morir), y otra bien distinta es generar sufrimiento inútil.
Entonces, ¿qué podemos hacer para gestionar apropiadamente el sufrimiento?
Las tradiciones espirituales, sobre todo el budismo, nos han enseñado que el
primer paso para evitar el sufrimiento es adoptar la decisión radical de querer salir de él.
Para ello hemos de cultivar las semillas que generan felicidad y hemos de abandonar las que producen sufrimiento. Esto requiere decisión y valentía.
También es importante ser prácticos en la acción, es decir, tener claro que es más urgente salir del sufrimiento que confeccionar bellas teorías acerca de sus causas.
El sufrimiento no es algo deseable, pero a veces aparece. Cuando esto sucede, una buena estrategia consiste en tomar consciencia de que dicho sufrimiento puede ser utilizado como combustible adicional para nuestro propio proceso de desarrollo, porque para un sujeto que ha entendido las claves del despertar, cualquier sufrimiento que aparezca formará parte de su camino de transformación. Por tanto, cualquier dolor o sufrimiento puede ayudarnos a crecer si lo vivimos de manera adecuada
Para muchas personas el dolor y el sufrimiento puede ser un aliciente para el cambio, pero es importante convencerse de que no necesitamos sufrimientos extras para cambiar.
Es importante, también, abandonar el rol de víctimas, de seres desvalidos, porque solemos ser más fuertes y más resistentes de lo que normalmente creemos.
También es necesario saber aceptar nuestra propia grandeza, así como afanarse en desarrollar nuestras potencialidades.
Aprender a serenar las fluctuaciones mentales, aquietar los pensamientos y estabilizar las emociones perturbadoras, son tareas inexcusables para quienes quieren habitar más allá del sufrimiento.
Esta son algunas de las más interesantes estrategias que puedes utilizar si estás convencido de que quieres abandonar el sufrimiento y transformarlo en felicidad.