En la vida encontramos cosas, lugares y personas realmente fascinantes. El encuentro con la propia respiración es uno de los más sublimes que podemos experimentar si lo hacemos con la profundidad y el nivel de consciencia que dicho encuentro requiere.
Respirar es un acto fisiológico que se realiza de forma automática desde que nacemos hasta que morimos. Todos respiramos cada día, pero hacerlo conscientemente es otra historia. Cuando esto sucede transformamos la respiración en una práctica meditativa con un enorme potencial para mejorar la salud y para generar una transformación interior. Tal vez por esa razón, la respiración, haya sido utilizada como uno de los elementos fundamentales en la mayoría de tradiciones meditativas desde la antigüedad y también como herramienta terapéutica en ciertas terapias psicológicas avaladas por los conocimientos científicos actuales.
Pero parece que, en muchos casos, la respiración va por un lado y nuestra mente y nuestro cuerpo por otro. Nos percibimos escindidos. Ahora más que nunca, en estos tiempos difíciles y complejos para todos, necesitamos realizar el encuentro con nuestra propia respiración.
Nadie duda en estos momentos de que el proceso respiratorio involucra no solo al cuerpo sino también a la dimensión cognitiva, la emocional y al aspecto espiritual del ser humano. Es, pues, una herramienta que impacta globalmente en cada uno de nosotros.
Los que me conocen saben de la importancia que siempre he concedido la respiración. Así, durante los últimos treinta años dirigiendo grupos de entrenamiento, he comenzado siempre enseñando los entresijos de la respiración consciente a mis alumnos antes de adentrarme en otros aspectos del temario. Una de las cosas que solía decirles es que si tuviera que elegir explicar un solo tema de entre todos los que constituían el curso, escogería sin duda el de la respiración.
Cuando logramos realizar el encuentro con nuestra respiración y respiramos de forma rítmica, profunda y suave, como si todo tú fueses respiración, una vez superados los bloqueos conscientes o no conscientes, nos establecemos en un nivel de la mente en el que todo fluye. Parece como si todo nuestro organismo funcionase mejor. Pasamos de respirar simplemente como una mera función fisiológica a respirar globalmente, a Ser Respiración. Por eso suelo decir que no solo respiramos para vivir, sino que podemos aspirar a respirar para vivir en plenitud a través del encuentro de cada persona con su propia respiración.
Mediante este encuentro aquietamos el cuerpo, calmamos la mente y permitimos que surja el espíritu brillante y sutil hacia una experiencia de consciencia que solo aquel que la ha experimentado es capaz de comprender.
Permite, pues, que tu respiración te encuentre y te proporcione todo aquello que ha venido a regalarte. Ahora que ya sabes lo que la respiración puede ofrecerte. Por tanto sólo depende de que te pongas manos a la obra y realices sin demora el encuentro profundo y sereno con tu propia respiración
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