“Cuando una experiencia es grata tratamos de aferrarnos a ella manteniéndola cerca todo el tiempo que nos es posible. Esa es la tendencia natural y habitual en la mayoría de las personas. Pero en muchas ocasiones, el esfuerzo por querer retener aquello que se aleja, aquello fluye, aquello que se escapa, suele generarnos tensión, frustración y a veces una tristeza innecesaria. Aprender a decir adiós en el momento justo nos ayudará a cultivar el desapego, transformar las emociones perturbadoras y, en definitiva, a vivir más en paz” (ANF)